La oportunidad

La oportunidad

Margarita Lignan Camarena

— Nada, nada; no se diga más, tú eres mi ahijado y en consecuencia, Marcelita también… Además, no te creas, acaba siendo una ventaja que no estén oficialmente casados; así nadie los relaciona ¿no?, tienen apellidos diferentes, de ese modo ni quien pueda decir algo.

 

— Te lo agradezco mucho padrino, y mira, no es por otra cosa, pero tú mejor que nadie sabe cómo es esto, Marce y yo ya tenemos una trayectoria como artistas visuales y pues bueno, como te conté, lo del dinero, lo de la beca pues, lo usaríamos para montar nuestra galería.

 

— Eso está muy bien mi Luis, me parece extraordinario; seguro que les irá muy bien; lo que sí, ya te dije, tienen que meter sus proyectos. Mira, ni siquiera es necesario que los hagan ustedes personalmente, hay gente que hace, esas cosas, ¿cómo les llaman?… ah si, “Autoría fantasma”; claro, como todo, hay que darles su lanita, Mira el cierre de la convocatoria para las becas ya es pasado mañana, pero a quien le vayas a encargar los proyectos, dile que te los entregue el lunes y yo te aguanto hasta el martes y los meto ahí al montón.

 

— De verdad, muchas, muchas gracias padrino, pero no vayas a pensar que no tenemos talento o ganas de trabajar, nunca has querido ir a nuestras exposiciones, pero de verdad que te gustaría.

 

— Bueno, bueno, no es que no haya querido, es que la verdad, que desde que me dieron el cargo ando rete ocupado, no te imaginas.

 

— Me imagino, sí. Oye, pero me preocupa cuando el jurado lea los proyectos, ¿qué tal que no quedamos seleccionados?

 

— De eso tampoco te angusties mi Luisito, que yo me encargo de que sí queden seleccionados y les den a los dos esa beca que tanto se merecen.

 

— Muchísimas gracias, nuevamente te digo que no sé cómo pagártelo.

 

— Nada, nada, ahorita ni pienses en eso; mira, desde que soy funcionario, he aprendido que las oportunidades son para aprovecharse; así le vamos a hacer y no se diga más.

 

Por supuesto, pasados unos meses, Bernardo y Marce se hicieron acreedores a sus becas, en medio de aplausos, orgullo y celebraciones de sus familiares y amigos más cercanos. No llevaron a cabo la producción de los proyectos que presentaron, pero montaron su galería, muy bien ubicada, para vender obra propia y de otros amigos. Un día, casi dos años después, recibieron la tan esperada visita de su padrino.

 

— Qué gustazo Padrino, qué bueno que por fin te animaste a venir.

 

— Claro, claro, me han dicho que han tenido mucho éxito con su “proyecto”, ja, ja, ja, mis jóvenes becarios.

 

— Mira, déjame mostrarte una obra que…

 

— No, no, ya sabes que no le entiendo mucho a esto, mejor vamos a hablar de otro asuntito. Mira, ahora soy yo el que necesita un favor. Requiero de ti que me “vendas” unos cuadritos, los que tú gustes, eso sí, de “a mentis” porque este arte es demasiado moderno para mis gustos. La cosa es que las supuestas obras, me las vas a facturar, para que yo justifique un dinerito que me anda haciendo falta para mis “proyectos” personales.

 

— Újules padrino, pero, ¿eso no nos meterá en un problemón con lo de los impuestos?

 

— Eso ya tendrás tú que ver cómo lo arreglan.

 

— Es que, aunque ya llevamos dos años, las ganancias no han sido tantas como para justificar algo así.

 

— Mira mi Luis, yo te di una oportunidad y tú debes saber, porque eres inteligente, que los favores, siempre, siempre se pagan. Yo sé que tú me vas a apoyar, y tú sabes que yo ahora tengo otro cargo muy distinto, donde le puedo pedir a mi gente que vengan a hacerles una inspección y les encuentren “algo”, como drogas por ejemplo; en ese caso no solo van a perder esta oportunidad que les di, si no las posibles que hubiera podido darles en el futuro… Piénsalo mi Luis, te doy unos días, yo sé que eres gente de bien y que sabrás agradecer y apoyar a quien en tiempos difíciles te tendió una mano… Oye, y saludos a Marce, me la cuidas mucho.

 

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El intercambio de “favores” de origen ilícito, genera violencia e inestabilidad social, no oportunidades. Recuperar la paz perdida generadas por los abusos de autoridad y las prácticas corruptas es responsabilidad de todos. Las conductas que se sancionan como abuso de autoridad en ejercicio de la función pública, consisten en apropiarse de recursos materiales puestos a su disposición. El pedir cosas para sí o personas cercanas a sus subordinados. Realizar contrataciones fraudulentas. Contratar funcionarios públicos inhabilitados y otorgar acreditaciones de servidor público a personas que no lo son. El Sistema Integral de Denuncias Ciudadanas (SIDEC), atiende denuncias ciudadanas referentes a abusos cometidos por servidores públicos mediante denuncia gratuita y confidencial.