De la tristeza a la depresión: un paso

Todas las mañanas, Sara salía de su casa para barrer la banqueta que daba frente a su puerta. Así había sido desde hace más de veinte años, cuando había llegado a vivir ahí.

Desde el inicio de la pandemia, las malas noticias habían comenzado a preocupar a Sara. Una de sus primas de Tampico, había fallecido; otra de sus amigas había sido hospitalizada con diagnóstico poco favorable.

A pesar de las malas noticias, y con la nueva normalidad, lo que no cambiaba en su rutina era barrer la banqueta. Sin embargo, comenzó a sentirse cansada. Sara pasaba el día durmiendo o llorando; se escondía de las vecinas con las que habitualmente platicaba.

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Sólo salía por comida, pero Yolanda, quien la atendía desde hace años, notó su tristeza. Sara le contó que se sentía inútil ante tanta enfermedad, que era una carga para su hijo, que no entendía por qué ella no se enfermaba.

Las semanas pasaron y Yolanda se preocupó porque no veía más a Sara; hasta que uno de sus vecinos le contó que dejaron de verla por días, luego se dieron cuenta que su banqueta no había sido barrida. Una de sus vecinas identificó la fuerte depresión de Sara y la ayudó a llamar a la Línea de la Vida: 800 911 2000.

Es necesario reconocer algunos síntomas de la depresión grave que, el Instituto Mexicano del Seguro Social define como aquella que afecta las actividades de la vida diaria: sueño, alimentación, aislamiento, entre otras.