La violencia de género contra las mujeres es un problema difícil de abordar porque su configuración se sostiene en un conjunto de relaciones estructurales de desigualdad entre mujeres y hombres profundamente arraigadas. Sin embargo, es preciso señalar que se trata de relaciones que se construyen socialmente y que, por tanto, pueden ser modificadas. La violencia contra las mujeres es evitable.

Un primer paso para comprender y transformar las relaciones que sostienen la violencia de género contras las mujeres es comprender qué es y cómo funciona socialmente, a continuación, se exponen planteamientos para ello.

Para el entendimiento de la violencia de género contra las mujeres se considera preciso retomar la definición de violencia elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que plantea que ésta es “el uso deliberado de la fuerza física o el poder ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

La definición de la OMS es retomada aquí porque plantea aspectos clave de la violencia, estos son: 

1) Se trata de un ejercicio de poder.

2) No sólo se manifiesta en acciones concretas y directas, sino también en aquellas que, aunque no se ejercen directamente representan una amenaza de daño o sufrimiento.

3) Causa daños de distinto tipo en las personas contra las que se ejerce.

Reconocer la violencia como un ejercicio de poder es imprescindible para comprender la violencia de género. Foucault señala que la violencia es un medio de quienes tienen más poder en la sociedad sobre los que no lo tienen; es un recurso de dominación social que se dirige a las personas con el fin de lograr su control y mantener el orden establecido. La violencia representa un medio indispensable para asegurar que el orden y la hegemonía se preserven, lo cual implica la conservación de las relaciones de poder establecidas

En el marco de los estudios de género, se ha identificado que la violencia contra las mujeres es un medio de control que se dirige a preservar el sistema patriarcal, bajo el cual se han jerarquizado los géneros y se han estereotipado roles, identidades y conductas de hombres y mujeres. Se trata de un sistema de organización social en el que las mujeres se han colocado históricamente en una posición subordinada frente a los hombres. La violencia de género contra las mujeres tiene la función de preservar las relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres.

La definición de violencia contra las mujeres por motivos de género más legitimada y utilizada se formuló en 1993 y plantea que ésta es “todo acto de violencia de género que

resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”

La violencia contra las mujeres se materializa en actos de menosprecio, generalmente legitimados e invisibilizados, que se ejecutan impunemente, con o sin conciencia de ello, principalmente por hombres y que se asientan en su supuesta “autoridad” sobre las mujeres.

Las expresiones de violencia de género contra las mujeres son múltiples y diversas, algunas de ellas pueden identificarse fácilmente porque su manifestación y daños son físicos, pero existen otras, como la violencia simbólica, que son tan sutiles, cotidianas e imperceptibles que suelen naturalizarse o minimizarse. Ejemplo de ello son los chistes sexistas o frases como “no hace nada, no trabaja” para referirse a mujeres que se dedican al cuidado del hogar o “el problema es que las mujeres trabajan y descuidan a sus hijos” para justificar problemáticas sociales de consumo de drogas o inserción en actividades delictivas. 

Se trata de expresiones de violencia que se orientan a preservar normas de género en las que se desvaloriza las actividades de las mujeres y se da por hecho que ellas tienen que seguir ejerciendo roles y responsabilidades socialmente atribuidas.

Otro ejemplo son los comportamientos de violencia sexual que viven las mujeres en los espacios públicos materializan estereotipos y creencias de género que cosifican y deshumanizan el cuerpo de las mujeres colocándolos como objetos de contemplación. Este tipo y modalidad de violencia se ejerce de manera tan naturalizada que se ha cuestionado la gravedad de algunas de sus expresiones, como lo son los piropos. 

Sin embargo, los piropos, tocamientos y otras manifestaciones de este tipo de violencia son un ejercicio de poder que afianza el ejercicio de la masculinidad hegemónica y nutre la sensación de miedo e inseguridad que las mujeres suelen experimentar en los espacios públicos. 

Las experiencias de violencia en espacios públicos van alimentando el miedo a ser víctima de un delito o de agresión. Si bien, tanto mujeres como hombres experimentan inseguridad en los espacios públicos, las mujeres además del miedo a un robo o asalto comúnmente viven el temor a sufrir una violación o abuso sexual, el cual es alimentado con todas las experiencias de violencia sexual que viven, por muy “menores” que éstas sean. Así, los espacios públicos se vuelven amenazantes para las mujeres y optan por evitarlos o los usan con restricciones.

Este orden de ideas intenta mostrar que la violencia sexual en los espacios públicos es una manifestación de violencia de género que refuerza la dominación sobre las mujeres porque:  

  1. las coloca como objetos, 
  2. nutre sus miedos e inseguridades, 
  3. restringe el uso libre y seguro de espacios públicos y 
  4. coarta su autonomía. 

 

En toda la situación descrita, el único factor de riesgo es el hecho de ser mujer, pues sobra decir que ni la forma de vestir, ni los horarios, ni los lugares en los que ocurre este tipo de violencia explican que suceda.

Ahora bien, a lo anterior se suma la inexistencia o ineficacia de marcos normativos que sancionen social o punitivamente todas las expresiones de violencia sexual en los espacios públicos. Se puede decir que no existen protocolos de actuación ampliamente conocidos que orienten sobre cómo reportar o atender estos casos, lo que deriva en que las mujeres desconozcan cómo proceder cuando viven estos casos y que las personas encargadas de la seguridad de espacios públicos tampoco sepan cómo actuar ante estas situaciones.

Todo lo anterior, así como el cuestionamiento y revictimización que suelen experimentar las mujeres que denuncian violencia sexual, genera desconfianza en las mujeres para denunciar y crea un contexto de impunidad de este tipo de casos. Así se reproduce, profundiza y prevalece la violencia de género contra las mujeres.

La situación descrita en los párrafos anteriores es sólo uno de los tantos ejemplos de violencia de género contra las mujeres que muestra que ésta no es resultado de disfunciones o decisiones personales de individuos aislados, sino que se construye socialmente y forma parte de las relaciones de desigualdad de género que se expresan constantemente en todos los espacios sociales.

La violencia de género contra las mujeres es un continuum, es decir, las mujeres la viven en todas las etapas de su vida, de manera sistemática y de múltiples formas en todos los ámbitos de socialización. Las mujeres y las niñas enfrentan diversas manifestaciones de violencia física, económica y psicológica, sexual y patrimonial, que van desde los comentarios sexuales y silbidos, manoseos, y violaciones, hasta llegar a la forma más extrema: los feminicidios.  

Además, las manifestaciones de violencia no son estáticas; tan complejo y vigente es este problema de violencia, que va gestando nuevas manifestaciones de violencia en consonancia con los cambios sociales. Ejemplo de ello es el ciberacoso, la ciber venganza y otras expresiones de violencia que han surgido con el uso de redes sociales. De ahí el reto que implica prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia de género contra las mujeres.

La violencia de género contra las mujeres sucede día con día y es difícil saber a ciencia cierta la frecuencia y magnitud de todas sus expresiones porque no se dispone de datos estadísticos periódicos y comparables. Sin embargo, los que existen permiten saber que, en el año 2016, en México 6 de cada 10 mujeres reportaron haber vivido violencia al menos una vez a lo largo de su vida, que 9 mujeres son asesinadas cada día y que en el primer trimestre del 2020 se registraron 224 feminicidios

Pese a ser un problema social muy constante, la violencia contra las mujeres no siempre es reconocida por las personas ni por las instituciones. 

Por ejemplo, en el caso de los feminicidios se ha identificado que muchas veces no son tipificados como tales, pero existen suficientes casos documentados para saber que el asesinato de mujeres suele ser el resultado de proceso de violencia vivido de manera continua, incluso se han identificado casos en los que las mujeres asesinadas habían denunciado y no obtuvieron apoyo institucional, por el contrario, sus testimonios y denuncias fueron puestas en duda y la gravedad de su situación seriamente minimizada

Por lo anterior es preciso poder identificar, prevenir, atender y sancionar cualquier expresión de violencia por muy menor que parezca, ello pasa por revisar los conocimientos propios en torno a la violencia de género, analizar cuales han sido las interpretaciones que realizamos de este tipo de hechos y revisar si sabemos cómo atender la violencia de género contras las mujeres desde nuestro marco de acción.

Referencias bibliográficas

  • González Avilez, Yhaira (2011). En escenario violencia, la in-corporación del peligro a partir del cuerpo dañado. Percepción y experiencia al margen en la ciudad de Tijuana. 
  • Indesol (2008). Encuesta sobre Violencia Social y de Género en las áreas de influencia de los Observatorios de Violencia Social y de Género. Programa de Coinversión Social.
  • INEGI. Encuesta Nacional sobre la Dinámica y Relaciones en los Hogares, 2016.
  • Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio (2018). Informe implementación del tipo penal de feminicidio en méxico: desafíos para acreditar las razones de género 2014-2017.
  • Organización de los Estados Americanos (1993). Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer “Belem do Pará”-
  • Información delictiva. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Last modified: septiembre 3, 2020