Yoali Pérez Montesinos
En los últimos tiempos la violencia contra las mujeres ha cobrado mayor relevancia en el debate público y en las conversaciones cotidianas. Las discusiones y análisis apuntan que el patriarcado es uno de los pilares más potentes de la desigualdad y uno de los dispositivos más influyentes en la configuración de la violencia contra las mujeres. El movimiento feminista consigna que el patriarcado tiene que caer, pero ¿por qué?
En este texto se aborda el concepto de patriarcado, se exponen los puntos clave para entender qué es, cómo funciona y qué efectos tiene en la vida de las mujeres y de los hombres.
Patriarcado es un concepto antiguo cuyo origen no se atribuye al pensamiento feminista, pero ha sido utilizado y enriquecido por éste para comprender las relaciones y situaciones de desigualdad. Es definido como “aquel sistema que estructura la parte masculina de la sociedad como un grupo superior al que forma la parte femenina y dota al primero de autoridad sobre el segundo”.
Lo primero que es preciso observar es que se trata de un sistema, es decir, el patriarcado no es una persona, tampoco es una institución u organización aislada, sino que se trata de conjunto de instituciones, significados culturales, comportamientos y creencias que se nutren y ordenan de tal manera que configuran posiciones con mayor poder para los hombres y posiciones de subordinación para las mujeres.
El patriarcado configura roles, responsabilidades y comportamientos que se consideran propios de los hombres (lo masculino) y otros propios de las mujeres (lo femenino), todo lo cual se configura en normas y estereotipos que disciplinan y controlan las posibilidades y elecciones de las personas, así como las relaciones sociales, políticas, jurídicas y económicas.
Los estereotipos masculinos se asocian con el prestigio y el dominio y los estereotipos femeninos se asocian al instinto, al amor, al cuidado y la subordinación. En el patriarcado lo masculino se considera superior, con mayor valor y lo femenino se invisibiliza, se despoja de valor y se percibe inferior e incluso puede ser motivo de burlas y desprecio.
Para ejemplificar el patriarcado, pensemos cómo se construyen las relaciones en el ámbito familiar. La organización familiar en el sistema patriarcal se instaura situando a los hombres como los jefes de familia, los responsables de proveer y
de decidir En tanto que a las mujeres les atribuye la responsabilidad de cuidar, lo que implica: limpieza del hogar, preparación de alimentos, lavado de ropa, atención emocional de las personas que integran la familia, gestión de compras, etc.
En paralelo, los espacios laborales suelen organizarse pensando en un trabajador con total disponibilidad de tiempo, capaz de trabajar horas extras cuando es necesario, cumpliendo horarios que no siempre son compatibles con los horarios de espacios escolares o de centros de cuidado.
La posición de los hombres en la organización familiar patriarcal les otorga mayor poder de tomar decisiones e independencia para desarrollarse en el ámbito laboral favoreciendo su autonomía e independencia, mientras que la posición de las mujeres les significa costos que tienden a limitar el desarrollo profesional y las posibilidades de obtener o incrementar el ingreso, esto es así aun cuando las labores de cuidado requieren una gran inversión de tiempo y energía por parte de ellas y aún cuanto todo el sistema actual se beneficia social y económicamente de estas labores.
El rol masculino en la organización familiar patriarcal es valorado y reconocido mientras que el de las mujeres es invisibilizado, despojándole de reconocimiento y desconociendo el esfuerzo y los obstáculos que implica.
La vigencia del patriarcado se ha cuestionado por la mayor participación de los hombres en las labores de crianza y por la incorporación de las mujeres al mercado laboral, no obstante, se considera que “el patriarcado es un grande y vigente sistema de poder”, pues, aunque las mujeres registran una mayor presencia en espacios de trabajo, los hombres no se han incorporado con el mismo ritmo y magnitud a las labores de cuidado.
Existen estudios sobre diversos espacios laborales que revelan que en éstos prevalecen “dinámicas y condiciones que dotan de mayor poder a los hombres y configuran obstáculos que restringen el ejercicio de liderazgos femeninos, limitando la posibilidad de que el incremento de la presencia cuantitativa de
mujeres se traduzca en una mayor incidencia en la toma de decisiones y eventualmente en la representación de los intereses del conjunto de mujeres”.
Ahora bien, la dominación masculina no necesariamente se traduce en privilegios, poder y satisfacción para los hombres, puesto que el patriarcado privilegia un tipo de masculinidad que valora la capacidad económica, la virilidad, la guerra, el uso de la fuerza, la racionalidad y el dominio.
“El patriarcado se define como un sistema de dominación sexual que es, además, el sistema básico de dominación sobre el que se levantan el resto de las dominaciones, como la de clase y raza”. Así, genera contextos de discriminación y subordinación de algunos grupos de hombres, como son hombres pobres, hombres no heterosexuales, hombres indígenas, hombres rurales, hombres analfabetas y hombres con discapacidad, entre otros.
Es importante precisar que, si bien existen hombres en relaciones de opresión en todo sistema patriarcal, las mujeres de cada uno de esos grupos oprimidos mantienen una relación de subordinación frente a los hombres. Por ejemplo, un hombre indígena puede ser dominado o controlado por una mujer profesionista del ámbito urbano, pero es muy probable ese mismo hombre tenga una posición de dominio sobre una mujer indígena.
El patriarcado es un sistema que más que generar beneficios sociales, genera desventajas y afectaciones tanto para mujeres como para hombres, de ahí la importancia de reflexionar respecto a la necesidad de transformarlo. En la siguiente tabla se enlistan desventajas del patriarcado para las mujeres y para los hombres.
Desventajas del patriarcado para las mujeres | Desventajas del patriarcado para los hombres |
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El patriarcado es uno de los pilares que sostiene, produce y reproduce diversas situaciones de discriminación y desigualdad; configura y justifica la violencia contra las mujeres y genera situaciones sociales negativas que son adversas para el bienestar físico y emocional de todas las personas.
Su construcción como concepto o categoría de análisis tiene una intención de cambio, pues su uso hace posible identificar cómo opera en prejuicio de la armonía y equilibrio de diversos espacios e instituciones sociales, pero, sobre todo, permite comprender que el patriarcado se construye y se sostiene socialmente, no es una organización natural dada e inamovible, sino que se trata de un sistema que puede transformarse.
Sin duda, hacer caer el patriarcado es un asunto complejo que sólo se alcanzará con procesos de larga duración, pero reconocer su existencia y fomentar relaciones más justas y equilibradas, contribuye a transformar creencias, prácticas y percepciones que legitiman la subordinación de las mujeres y la violencia que se ejerce en contra de ellas.
Cuestionar las dinámicas familiares propias, observar las dinámicas labores y analizar cómo contribuyen a la reproducción del sistema patriarcal y qué desventajas ocasionan es un buen inicio para generar mejores posibilidades de acción para mujeres y hombres, así como para aminorar las desigualdades y para desnaturalizar la violencia contra las mujeres.
Referencias bibliográficas
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