Mis quince

Margarita Lignan Camarena

Esme está por cumplir quince años, sus papás están muy ilusionados; a Manuela, su mamá, no se los festejaron porque no había dinero, por eso quiere preparar para su hija la más hermosa fiesta, para que ella sí se sienta reconocida en ese importante cambio de niña a mujer, como merece.

 

Ya está viendo lo del salón y el banquete. Tuvo que pedir un préstamo al banco, se lo cobrarán al 47% de interés; pero no importa, dos años de endeudamiento lo valen con tal de ver a su chiquilla feliz. Otro asunto importantísimo es la música, pero quiere que sea su propia hija quien escoja al conjunto para que esté contenta, y lo más importante de todo, el vestido, que luzca como una verdadera princesa llena de brillo, radiante y hermosa, cual es.

 

A Raúl, papá de Esme, lo que le preocupa es justamente que su niña ha crecido, cada vez la ve más como una mujer; claro, aún no tiene permiso de tener novio, pero ya le han ido saliendo por ahí uno que otro pretendiente. Raúl quiere conocer a las familias de los amigos de su hija en la fiesta, porque definitivamente ella no es para cualquiera, debe irse relacionando bien desde ahora, para que la valoren y más adelante, quede bien acomodada para un compromiso formal.

 

Esme últimamente anda toda estresada, ve a sus padres acordando los detalles de la fiesta con tanta ilusión, que no encuentra cómo decirles que ella no quiere eso, que le chocan las fiestas de quince años, que le parecen de lo más cursis y sobre todo, que el tema del vestido la está sacando de sus casillas… Ella siempre ha sido fan de Lara Croft; esa arqueóloga de videojuegos, inteligente y atlética, que se aventura en todo tipo de peligros e interesantes búsquedas. Esme quiere ser arqueóloga también, se ve a sí misma como una mujer fuerte, valiente, explorando territorios extremos y descifrando misterios históricos; pero sobre todo, se sabe mujer que por nada del mundo bailaría un vals entre nubes de hielo seco y con un vestido mucho más grande que ella misma.

 

Su primo Lalo es de la misma edad, nacieron con dos meses de diferencia, a lo largo de la vida han sido grandes cómplices, han jugado, reído, hecho travesuras, guardado secretos y hasta se han peleado tanto, que una vez, se dejaron de hablar dos semanas. 

 

Lalo quiere festejar su cumple dando una vuelta en una “limo” por la ciudad y luego festejar en un salón, bailando con sus amigos la coreografía original de Bruno Mars en Uptown funk, Ha dejado de ser un niño y quiere decir al mundo que está listo para su nueva etapa, como joven, quiere divertirse y festejar a lo grande.

 

– Oye, ¿quieres que te presente a un amigo que es DJ para lo del sonido de tu fiesta?, es buenísimo ese cuate, seguro la arma en grande.

– ¿Te digo una cosa primo?, pero no le digas a mi má… Yo no quiero ninguna fiesta, mira, neta estoy tan estresada con eso que se me está cayendo el pelo horrible, ve…

– ¿Cómo que no quieres fiesta?, si tu mamá ya habló con la mía para que sea tu madrina de vestido y toda la cosa… Qué diera por ser tú…

– ¿Por qué dices eso?… Ash, porque mis papás no quieren hacerme fiesta, dicen que haga un pastel con mis amigos y mis tíos, ya sabes, todo simple… No, qué horror.

– ¿Y qué quieres entonces?

– Pues justo lo que tú, una fiesta en un salón, festejar a lo grande…. Oye, yo también cumplo quince; sólo que según esto, como soy hombre, está mal que quiera eso; me parece tan injusto. ¡Qué cuadrados son!

– ¿Neta?… Qué fastidio la verdad… Oye, ¿y si intercambiamos fiestas?

– O sea ¿cómo? 

– Pues sí, mira, yo no les quiero quitar el entusiasmo a mi papás por hacer la fiesta, pero yo no quiero festejar así, quiero algo simple. Ve, a los dos nuestros papás nos ven como hijos mutuos casi, casi, y gastarían lo mismo; sólo que tú y yo sí estaríamos de verdad contentos y no sufriendo con sus planes.

– ¿Crees que quieran?

 

Ensayaron distintas formas para hablar con ellos, desde escribirles una carta, hasta exigir sus derechos con Constitución en mano como hacían en la primaria. También sugirieron que uno hablara con los papás del otro, pero finalmente, decidieron mejor grabar un video, uno muy emotivo, donde pudieran expresar sus sentimientos y dejar todo muy claro. 

 

Eligieron las fotos que en realidad los representaba, no las que sus padres hubieran querido ver, por ejemplo, una de Esme trepada en un árbol, blandiendo una espada; luego una de Lalo cuando ganó el concurso de baile en sexto de primaria, otra donde justo en un cumpleaños están jugando y Esme jala sola la cuerda de un lado, tan fuerte, que tira a sus tres primos que la sostenían del otro. Pusieron sobre las fotos frases para expresar sus sueños: “Ya me vi con mi academia de baile Lalo´s Studio”, “No quiero ser un macho, quiero ser un creador”, “La mejor arqueóloga de la historia”, “Yo no me hago propósitos, desbloqueo logros”. 

 

Reunieron a sus papás con el pretexto de una taquiza, que los mismos muchachos prepararon, en agradecimiento a sus festejos. Brindaron, comieron, recordaron, rieron, y a la hora de expresar lo que cada familia deseaba para su hijo, les proyectaron el video.

¿Cómo crees que haya reaccionado cada familia?, ¿cómo reaccionarías tú si te pasara algo similar?