El mejor papá

Margarita Lignan Camarena

A mi Bere le encanta ir al parque y subirse a la resbaladilla más alta, la de caracol; la enseñé a echarse de espaldas y en cuclillas y aunque algunas veces se cayó, ya se ha vuelto de lo más ágil y puede hacerlo muy bien.

 

El problema es que su mamá, es decir, mi ex esposa, no está tan contenta con ello, no le hacen nada de gracia nuestros trucos y dice que simplemente yo soy un mal papá y que no la sé cuidar.

 

En su último festival escolar, el de la Navidad pasada, tenía que ir disfrazada de estrella, y como ese fin de semana me tocaba a mí, le hice un traje padrísimo con cartulina y foquitos de led, así todo espacial, entre morado, azul rey y plata; la verdad pesaba un poco, pero se veía espectacular; claro, hasta que de tanto prenderle y apagarle ella misma lo descompuso y salió llore y llore en una foto; cuando su mamá la vio, otra vez dijo que yo hago todo mal y que qué me costaba comprarle un disfraz hecho como el de las demás niñas, azul pastel con brillitos; pero es que mi Bere no es para nada como todas las niñas, ella es mucho más audaz, se parece a mí, nos gusta hacer todo diferente.

 

Alicia, mi ex, a veces dice que ella es “mamá y papá” y que tiene que hacer todo sola; supongo que eso lo dice porque Bere vive con ella y no conmigo. Nunca las he dejado solas, yo gano menos, eso es cierto, pero contribuyo con lo que me asignó el juez y un poco más, porque con todo el cariño le voy comprando cosillas que veo que le hacen falta o que simplemente quiere tener; sólo que Alicia compara la situación con la de sus amigas divorciadas que tienen ex esposos con mucho dinero y les pasan pensiones extraordinarias, pero vaya, si ese dinero no lo tuve viviendo juntos, menos ahora que hay que pagar cuentas separadas, renta, agua, súper; por eso un juez asignó lo que se supone que es justo de acuerdo con lo que puedo.

 

Un tiempo me quedé sin chamba porque hicieron recorte en la empresa y ni modo, me tocó; sin embargo, aunque no podía dar la cuota fijada, yo le llevaba algo que sacaba por aquí y por allá haciendo trabajitos; pero en esas semanas no me dejó ver a mi Bere. ¿Sabes?, eso sí que es cruel, mi niña no es moneda de cambio, no es algo que compro, no me gusta sentir que pago por verla y no es cierto que están solas. Yo no digo que yo sea “papá y mamá”, sólo soy el padre de Bere con todo el derecho que me dan la naturaleza y mi corazón.

 

También me lastimó muchísimo ver las fotos que Alicia publicó en su red, donde está con su nueva pareja y su nuevo bebé, eso es lo de menos francamente; el problema es que en medio de los dos está mi hija y sobre la foto hay un letrero que dice “El mejor papá”; mira yo respeto a su pareja, pero es inmoral, por no decir inhumano, negarme así en la vida de mi chiquita.

 

 

Como pareja Alicia y yo no funcionamos, ya no importa por qué, ya no me interesa convencerla de nada, pero tampoco puedo tomar como absolutamente verdaderas esas que dice que fueron sus razones.

 


Quiero que mi hija crezca libre de decirme lo que le parece y lo que no, lo que le falta, lo que desea, que me reclame o me confíe un secreto, pero desde su propia voz, no desde la de su madre, que en realidad está enojada conmigo porque no le cumplí el sueño que siempre imaginó y nunca le propuse, para ella soy un perdedor y por eso el letrero de “El mejor papá”, de plano no va conmigo.


Desde luego no soy una mamá, soy un hombre y hago las cosas distinto, quizá es cierto, soy un poco más torpe, un poco más rudo, menos cuidadoso, soy incapaz de detectar 5 días antes que le va a dar un resfriado o de saber si llora porque de verdad le duele algo o por aburrimiento; tal vez, como he escuchado por ahí, el instinto paterno no existe, pero el cariño sí y cuido a mi hija lo mejor que puedo siendo la persona que soy.