De qué cuero salen más correas

Margarita Lignan Camarena

Se dice que la amistad está hecha de encuentros y coincidencias, pero también de buena voluntad, es decir, hay que aceptar los desaciertos del otro, sabiendo que también tolera los nuestros y, además, respetar su mundo, lo que ama, lo que cuida, lo que le importa, lo que protege.

 

Sofi y Vale han sido amigas desde la primaria, se conocieron en la escuela, pero resultó que también eran vecinas, por lo que las tardes de juegos, tareas y confidencias se convirtieron en un espacio cotidiano que las dos disfrutaban.

 

La primera vez que tuvieron un desacuerdo fuerte, fue con Tobías, aquel cachorrito que Vale adoptó cuando estaban en secundaria y que luego ya no podía tener porque su energía resultó ser mucho más grande que el espacio que la familia podía darle, y Sofi, quien desde sexto grado se volvió activista de la protección animal, consideró a Vale no sólo como irresponsable, sino cruel, por llevar a Tobías al rancho de su tía, donde le ofrecieron buen cuidado.

 

— ¡Ay Sofi, pero si Tobías no es persona, es perro!, con que tenga comida y casa ya estará bien.

— ¡Claro que no!, él llevará consigo un trauma de abandono, recordará que le diste la espalda.

 

El tiempo sanó aquellas heridas que con las palabras se hicieron, aunque con la adolescencia, la forma de ver la vida entre ellas tuvo más contrastes, ya no siempre estaban de acuerdo; incluso a veces una lanzaba una frase como una flecha certera para dar en el blanco de las debilidades de la otra, aprovechando que se conocían muy bien.

 

La separación definitiva vino a raíz de lo de Esteban, su compañero de la prepa, y de quien Sofi quedó prendada desde el mismo día que lo conoció. Le encantaba cuando decía only legens para referirse a alguien que admiraba o cuando se refería a ella como so cute, por prestarle la tarea para que la copiara.

 

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Lo malo fue que la crush de Esteban, en realidad era Vale, quien como no lo pelaba, le despertó tal interés, que quería no sólo seguirla a todos lados, sino saber de ella hasta el más mínimo detalle, según él, para sorprenderla: qué comía, su color favorito, lo que la enojaba y lo que la alegraba y para ello, qué mejor que hacerse el mejor amigo de Sofi, quien confundió el acercamiento con enamoramiento.

 

Fue un martes que Esteban le confesó “me encanta tu amiga, arréglame un date con ella plis”. En un solo instante a Sofi se le juntó todo el enojo que había guardado en años: «Cómo es posible que le guste ella que es una insensible, ni los perros le importan, además su familia es super naca, ósea, sí vivimos en la misma colonia, pero ella del otro lado de la avenida que es más barrio, y sobre todo, es tan bruta… Siempre fui yo quien le pasaba las tareas».

 

Vale ni supo cómo, pero un día todos estaban muy interesados en stalkearla, pues cada diez minutos Sofi subía a su perfil un post revelando los más íntimos secretos de Vale y fotos donde hacía “el oso” en grande, como la de aquel campamento en quinto de primaria, cuando al salir del río se le cayó el short. Buscó a Sofía de inmediato para reclamarle, pero ella nunca le contestó ni llamadas ni mensajes y cuando fue directo a su casa a buscarla, su mamá le dijo: “Perdóname Vale, pero me dijo que eres una traicionera y que no te quiere ver porque le bajaste al novio”.

 

Las semanas iban pasando y Vale no dejaba de ser trending topic, no quiso regresar a clases y mucho menos ver a sus amigos, se sentía profundamente lastimada y avergonzada; pero, sobre todo, gravemente vulnerada, expuesta y juzgada; le llegaban a su perfil y al chat notificaciones de mensajes groseros y vulgares insultándola o amenazándola con cobrar venganza a nombre de la supuesta amiga traicionada.

 

Esteban, para zafarse, dijo que ni sabía de qué le hablaban, que aquellas disque amigas seguro sólo eran un par de locas que se imaginaron cosas sobre él. Sofi optó por dejar correr su ira y sus celos libremente sin ponerles ningún freno: «Esta bruja va a aprender de qué cuero salen más correas, esto no se acaba hasta que se acaba». Y justo como no acababa, Vale tuvo que contactar a la policía cibernética porque bloquear a todos los que la insultaban, no bastó para recuperar su seguridad.

 

Cuando la amistad termina, es necesario conservar bajo resguardo los secretos y momentos íntimos compartidos, pues todos, al ser expuestos, nos volvemos vulnerables, y muchas veces, el que salgan “más correas de un cuero que de otro”, no es cuestión de inteligencia, sino de integridad.