Juntos y separados

Margarita Lignan Camarena

Yo no sé por qué a veces me siento tan asfixiada si se supone que es amor, cercanía, cuidado… Familia.

 

Mi papi siempre ha estado muy al tanto de nosotros, en vez de “mamá gallina” es un gallito protector, nos tiene a todos en el localizador, ya sabes, que “por si pasa algo”. Te juro que cuando nos lo pidió, pensé que esa sería la solución a su necesidad de saber en dónde estamos todo el tiempo y que con eso ya estaría tranquilo, pero no; lamento decirte que resultó peor, porque ahora, si se nos va la señal, si se le acaba la pila al teléfono o simplemente si un día se traba la dichosa aplicación, a mi papá se le ponen los nervios de punta y comienza a llamar a todo el mundo buscando al que no encuentra, con tal insistencia, que ni el FBI.

 

Y bueno, mi mami no se queda atrás, ya ves que lo de ella es el tema de la comida, que si comiste, que si no comiste y hasta “¿por qué te lo comiste?”. Desde la primaria a mis hermanos y a mí nos mandaba los lunch más espectaculares de todo el colegio, todo muy balanceado, muy surtido y siempre variado, y ahora que trabajamos, no ha perdido el toque; yo le expliqué mil veces que se ve muy raro que siempre saque mi tupper, que eso debe ser sólo a veces porque luego me voy a la fondita o a los tacos a comer con los compañeros; pero ella insiste en que me lleve, aunque sea, fruta picada para el desayuno.

 

Yo desde luego agradezco tener papás tan cariñosos y cercanos, pero sí he de contarte que ahora que hemos estado tanto tiempo en casa, ha sido mucho más difícil la convivencia; por ejemplo, a mi hermano Beto le encanta trabajar con su música electrónica de fondo que a mí me perturba, me pone de nervios. En otras ocasiones estoy en una video reunión, ya sabes cómo es eso, y mi mamá está frente a mí haciéndome señas para preguntar si puede juntar mi ropa de color con la blanca porque va a lavar, mientras mi papá me pasa un papelito preguntando si tengo idea de dónde está Toñita, mi hermana menor, porque hace media hora que no la localiza.

 

Así que se me ha ocurrido que hagamos una lista de sugerencias de las cosas que haremos juntos y de las que haremos separados; por ejemplo, que cuando estemos en home office, cada quien use su cuarto, no las áreas comunes, y mientras estemos en horario de oficina, no se atienden asuntos de la casa.

 

También es necesario que mi papi comprenda que cuidado no es control, una cosa es que quiera protegernos y otra muy distinta es que necesite saber en dónde estamos a cada momento, por lo que le propondré que establezca un tiempo razonable para considerar a una persona como “extraviada”.

 

En cuanto al tema de la comida, sé que a mamá le gusta cuidarnos y que prepararnos cosas es su manera de hacerlo; pero, aunque somos jóvenes, mis hermanos y yo ya somos adultos, ¡caray, Toñita tiene 18! Y podemos encargarnos responsablemente de decidir qué comeremos o no según nuestras actividades.

 

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Eso sí, sé que si pido, también tengo que aportar, mis papás obviamente necesitan cercanía y tempo de calidad; así que les propondré a mis hermanos que cada día nos demos un rato de platicar con ellos, o quizá de ayudar a mamá a cocinar o de salir a caminar con papá y es más, cada quince días podemos salir juntos y divertirnos en vez de esperar ansiosamente a que llegue el fin de semana para por fin huir de la familia.

 

¿Te has fijado que la frase “todo junto” se escribe separado y la palabra “separado” se escribe toda junta? Bueno, pues para mí es momento de dejar atrás la confusión y dividir los tiempos, algunos para respetarnos como individuos y hacer cosas separados y otros, para estar juntos en familia y disfrutarnos.