Escrito por: La redacción

El acoso escolar o bullying, aunque es un fenómeno que ha existido toda la vida, ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, a la luz de un mayor entendimiento que tenemos sobre sus efectos en el desarrollo psicológico y social de niños, niñas y adolescentes.

Su prevención es, sin duda alguna, una prioridad entre los distintos actores involucrados en la educación, desde los gobiernos hasta los educadores, y por supuesto, para los padres de familia. Para que dicha prevención sea efectiva, es fundamental que cada uno de estos actores entienda su papel en la atención de las causas del problema.

Entonces, ¿qué podemos hacer para colaborar en la prevención del bullying? Lo primero es entender ¿qué es? y, ¿por qué debemos prevenirlo?

De acuerdo con Dal Olweus, uno de los pioneros en estudiar el tema, “un estudiante es acosado o victimizado cuando está expuesto de manera repetitiva a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes” (Olweus, 1993). Hablamos de acción negativa cuando alguien inflige o intenta infligir, de manera intencionada, un mal o daño a otra persona.

Estas acciones negativas se pueden llevar a cabo mediante contacto físico, de manera verbal o puede manifestarse en muecas o gestos insultantes, y suele implicar excluir al individuo acosado de un grupo. Según esta definición, para emplear correctamente el término bullying (acoso escolar) ha de haber un desequilibrio de poder o de fuerza, es decir, una relación asimétrica entre el bully o abusador y el abusado (Best, 2017).

Esta definición hace énfasis en tres criterios para identificar el acoso escolar: a) la intención de hacer daño (físico o psicológico); b) la reiteración de las conductas, y c) el desequilibrio de poder que hace a la víctima impotente para salir de esa situación por sí sola (Best, 2017). Partiendo de estos criterios es que podemos aprender a diferenciar el bullying de otro tipo de escenarios de agresión o de violencia en la escuela de las que podrían ser partícipes nuestros hijos e hijas, y que podrían ser situaciones circunstanciales o aisladas (una pelea, por ejemplo).

En cuanto a la segunda parte de la pregunta (por qué debemos prevenirlo), diversos autores coinciden en que la participación en el bullying, ya sea como agresor, víctima o incluso como observador pasivo, ha sido asociada a problemas de adaptación social y tiene consecuencias en el desarrollo psicológico y social del infante. Por un lado, los niños y niñas agresores tienen mayor riesgo de verse involucrados en actos delictivos, crímenes y abuso de sustancias; mientras que los niños y niñas victimizados tienen mayor riesgo de presentar depresión y baja autoestima en la edad adulta (Bauman & Del Rio, 2006; Olweus, 1993).

No hay una sola razón que explique el bullying; se trata de un fenómeno en donde intervienen causas múltiples y complejas que involucran la suma de una serie de condiciones dadas entre acosadores, acosados, observadores o participantes pasivos dentro del escenario de acoso, y el espacio o situación en el que se presentan dichas conductas.

A través de diversos estudios científicos se han logrado detectar una serie de condiciones de riesgo que se presentan en la mayoría de los casos de violencia escolar, entre las que destacan: la exclusión social o el sentimiento de exclusión, la falta de una adecuada enseñanza de los límites, la exposición a la violencia a través de los medios de comunicación, la integración en grupos de riesgo (pandillas, consumidores de sustancias, entre otros) y la justificación de la violencia, o las contradicciones existentes en torno a dicha justificación en el conjunto de la sociedad (Díaz-Aguado 2006).

A estas condiciones se suman, además, la ausencia de aquellas que hubiesen podido proteger de dichos riesgos, como son: modelos sociales positivos y solidarios, colaboración entre la familia y la escuela, contextos de ocio y grupos de pertenencia constructivos, o adultos disponibles y atentos para ayudar.

¿Cuál es la importancia de la familia  en la prevención del bullying?

A través de la familia los niños, niñas y adolescentes deben tener garantizadas tres condiciones básicas que contribuyen a prevenir cualquier tipo de violencia (Collell y Escudé, 2006):

La dificultad que padres, madres y tutores tengan para proporcionar estas tres condiciones puede incrementar el riesgo de que los niños y adolescentes participen como acosadores en la escuela.

Por otro lado, proporcionar desde la familia oportunidades y habilidades para establecer relaciones de amistad basadas en el respeto mutuo, así como para enseñar a obtener un protagonismo positivo (Díaz-Aguado, 2006); enseñar valores de igualdad y empatía; fomentar el rechazo a la violencia en todas sus formas; erradicar situaciones de impunidad, enseñando a asumir responsabilidades y a respetar límites, son elementos que ayudarán a proteger a niñas, niños y adolescentes contra el acoso, tanto en el papel de agresor como en el de víctima (Olweus, 2014).

Asimismo, es importante señalar que determinadas actitudes y creencias, que siguen existiendo en nuestra sociedad en torno a la violencia, ejercen una influencia fundamental en la prevalencia de comportamientos violentos (Díaz-Aguado 2006). Un ejemplo de ello son frases como: “si te pegan, devuelve el golpe” o “si no devuelves el golpe, pensarán que eres un cobarde”; ideas que, a menudo, inculcamos en nuestros hijos e hijas y cuyo efecto es el de perpetuar conductas que contribuyen a justificar la violencia. Para superar la prevalencia de este tipo de ideas nocivas, es preciso favorecer alternativas no violentas, basadas en la comunicación y el respeto a los demás.

Referencias y Bibliografía

-Olweus, Dan A. (2014). Acoso escolar,”bullying”, en las escuelas : Hechos e intervenciones. Centro de investigación para la Promoción de la Salud, Universidad de Bergen,

Noruega. 2014. Consultado en: https://www.researchgate.net/profile/Dan_Olweus/publication/253157856
_ACOSO_ESCOLARBULLYING_EN_LAS_ESCUELAS_HECHOS_E_INTERVENCIONES
/links/0f31753c7d61c06b1c000000.pdf

-Medina, Antonio y Cacheiro, (2010). La prevención de la violencia: la implicación de la comunidad educativa para evitar situaciones de acoso escolar. Bordón 62 (1). 2010. Pp 93-107.

-Díaz-Aguado, María José (2006). El acoso escolar y la prevención de la violencia desde la familia: Una guía para ayudar a la familia y a la escuela a detectar, prevenir y tratar los problemas relacionados con el acoso escolar y otras formas de violencia. Dirección General de la Familia y el Menor. Comunidad de Madrid. España. 2006. Consultado en: http://www.madrid.org/bvirtual/BVCM007081.pdf

-Diaz-Aguado, María José (2002). Convivencia escolar y prevención de la violencia. Página Web del Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa. Consultado en: http://www.cnice.mecd.es/recursos2/convivencia_escolar/

-Collell, Jordi y Escudé, Carme (2006). El acoso escolar: Un enfoque psicopatológico. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud (2). 2006. Pp 9-14. Consultado en: http://institucional.us.es/apcs/doc/APCS_2_esp_9-14.pdf

-Best, Silvana (2017). Un estudio descriptivo sobre el acoso escolar en el ciclo básico de la Educación Secundaria de la Ciudad de Rafaela. Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Argentina. 2017. Consultado en:

https://www.researchgate.net/profile/Silvana_Best/publication/316280008_Un
_estudio_descriptivo_sobre_el_acoso_escolar_en_el_ciclo_basico_de_las_escuelas
_secundarias_de_la_ciudad_de_Rafaela/links/58f8f9f7a6fdcc770be54239/Un-estudio-descriptivo-sobre-el-acoso-escolar-en-el-ciclo-basico-de-las-escuelas-secundarias-de-la-ciudad-de-Rafaela.pdf

Bauman, S. & Del Rio, A. (2006). Preservice teacher’s responses to bullying scenarios: Comparing physical, verbal, and relational bullying. Journal of Educational Psychology, 98, 219-231. En , Silvana (2017). Un estudio descriptivo sobre el acoso escolar en el ciclo básico de la Educación Secundaria de la Ciudad de Rafaela. Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Argentina. 2017.

-Blanchard, Marcela (2007). Acoso escolar: Desarrollo, prevención y herramientas de trabajo. Narcea Ediciones. Madrid, España, 2007.

Last modified: octubre 29, 2019