Tras de tus pasos

Margarita Lignan Camarena

Desde el día en que no pudiste volver, no he parado de buscarte, tampoco tus padres, ni tu hermana, ni tu tía Angelina, ni Raquel y “El Pato”, tus amigos de la infancia.


Te buscamos alrededor de la manzana, y por todas las manzanas de la colonia, en cada calle conocida de la ciudad y en lugares que ni conocíamos; también te hemos buscado donde no hubiéramos querido estar, pero por ti, hasta ahí fuimos.


Hemos puesto tu nombre en las bardas, en las gasolineras, en las redes sociales, en los postes, en los aeropuertos y en las terminales de autobús.


Dormimos soñándote y despertamos buscándote. Han sido tantos, tantos los días de angustia acumulados que tuvimos que volver a trabajar, volver a nuestra vida profundamente fracturada. Ahora trabajamos, asistimos a juntas, hacemos las compras y los pagos, nos bañamos, lavamos la ropa y si es necesario vamos al médico, pero absolutamente todo lo hacemos preguntándonos dónde estarás.


Tus papás y yo acordamos no decirle a los niños porque la incertidumbre es la peor de las angustias, les contamos que tuviste un fatal accidente, desde luego, la noticia fue muy dura para ellos, pero la consideré menos dolorosa y desesperante; sin embargo, cuando me quedo inquieto viendo al techo tratando de pensar en algún otro sitio donde aún no te haya buscado, Ana, nuestra hija mayor, sabe que pasa algo extraño aunque no me lo diga.


No sé por qué te dañaron así, no comprendo por qué alguien pensó que eras una cosa, un objeto sin alma, algo de usar y tirar. Me cuesta mucho trabajo entender el pensamiento roto de aquellos que a su vez son usados por alguien aún más violento para cometer un delito, quizá un joven que quiere quedar bien con su “superior”, ser reconocido por un truhan. Cuánto debe faltarles en la vida, cuán débiles deben ser, cuan carentes de todo que necesitan ser reconocidos por alguien que no vale la pena; pienso en cómo la sociedad se deja influenciar por personajes de televisión barata que convierte en héroes a quien daña a otros. ¿Por qué se atreven a robarle a un joven el placer del éxito real que viene tras el crecimiento y el esfuerzo?, ¿qué tipo de ética hay que tener para pensar que “fregón” es quien delinque?


Pienso tantas cosas en busca de respuestas, cuando en realidad lo único que necesito para restaurar mi mundo es encontrarte.


Recuerdo tu voz llamando para decirme que ya venías a casa de regreso del trabajo, y que pasarías antes por la leche. Siempre atenta a tu familia, siempre amorosa, cuidadora, responsable.


No llegaste, no sabemos si fue el taxista, si fue antes o después, si te llevó alguien que pasaba o alguien que ya conocías. Nunca tuvimos enemigos ni demasiado dinero, lo único que alguien podría habernos envidiado era la felicidad.


Hermosa mía, dicen que si uno habla al universo alguien escucha; hoy te escribo esta carta para decirte que no he parado de buscarte, ni ninguno de los que te amamos, y que no vamos a parar hasta encontrarte; sólo que nos cayó encima esto de la pandemia y hemos tenido que permanecer encerrados.


En cuanto esto termine, te seguiremos buscando, igual que a otras varias mujeres desaparecidas; digo la palabra y no puedo creerlo, la gente no “desaparece”, la desaparecen que es distinto.


Nos hemos integrado a colectivos de fotógrafos que buscan en bares y antros, a otros de motociclistas que salen al campo a inspeccionar en zonas apartadas, a organizaciones feministas que presionan para que el gobierno tome acciones, a redes sociales que difunden sus fotos, incluso a algunos empresarios solidarios que nos han brindado ayuda económica para seguir buscándolas.


Tu hermana y Raquel decidieron capacitarse y están haciendo campañas en las escuelas para hablar de algo que debiera ser obvio y lógico pero desafortunadamente no lo es, la prevención de la violencia, la denuncia de delitos, el cuidado de los otros, el no involucrarse con el crimen.

 


Ahora con la pandemia llegué a creer que la sociedad cambiaría, que volveríamos a ser más humanos, más empáticos; sin embargo, parece que el asilamiento a desatado la peor cara de muchos.


A pesar de nuestros muchos esfuerzos, todo parece pequeño, pero donde quiera que estés quiero que sepas que no pararemos de ir tras de tus pasos, en busca de cualquier nueva señal…Hasta encontrarte.


¿Crees que este tipo de delitos son sólo un asunto del gobierno?, ¿qué ideas crees que debamos cambiar como sociedad para evitar la “desaparición de personas”?, ¿qué actitudes crees podemos transformar para ser una sociedad más empática y menos violenta?