Doña Laura cada vez se ve más cansada; yo la conozco desde que era niño y recuerdo que siempre fue una señora muy movida. Siempre estaba atenta a que a sus dos hijos y a su esposo, no les faltara nada.
No perdía detalle sobre los estudios de Julián y Roberto –sus hijos-, además de que todas las tardes sacaba su puesto de quesadillas para generar un ingreso extra a su hogar.
Luego de algunos años, doña Laura perdió a su esposo, y sus dos hijos formaron sus respectivas familias, por lo que comenzó a vivir sola en su departamento. Al principio todo seguía normal para doña Laura, pero con el paso del tiempo, las visitas de sus hijos comenzaron a ser cada vez más esporádicas.
Cuando bien le iba, sus hijos la visitaban una vez al mes, y solo en su cumpleaños se reunía toda su famila para festejarla.
Actualmente doña Laura tiene 76 años, y debido a su edad, ya hace algún tiempo que dejó su puesto de quesadillas y ahora solventa sus gastos con el dinerito que le dan Julián y Roberto cuando la van a visitar.
Ahora con esto de la pandemia, doña Laura no se ha asomado para nada al edificio, y esto me causó preocupación, por lo que fui a tocar a su departamento para saber si necesita algo y si se encuentra bien.
Instantes después de tocar la puerta del departamento 7, doña Laura abrió. Ella me invitaba a pasar, pero preferí mantener la sana distancia para evitar un posible contagio del virus.
Luego de varios minutos de platica, doña Laura me comentó que en los ya casi tres meses de confinamiento, sus hijos no la habían visitado, y a lo mucho le habían llamado en dos ocasiones. Situación que la ponía muy triste ya que la hacía sentirse abandonada.
Ante tal situación, yo me ofrecí para ayudarla en lo que necesitara. Cada vez que iba al súper la llamaba por teléfono para saber si requería comprar algo de comida o cualquier otra cosa. E incluso, amarré un cordón a una campana para que doña Laura nos hiciera saber si necesitaba apoyo con algo en su departamento.
Tal vez no sea toda la atención que requiere doña Laura, pero yo lo hago con buena fe, ya que no me gustaría que algún familiar viviera una situación similar, porque todos los adultos mayores tienen derecho a una vida digna.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis personas mayores de 60 años ha sido víctima de malos tratos. Este tipo de violencia constituye una violación a sus derechos humanos.
Existen diferentes tipos de maltrato contra las personas mayores, tales como:
- Maltrato físico
- Maltrato psicológico
- Abandono
- Explotación financiera
En el marco del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, cabe recordar que el INAPAM ofrece Asesoría Jurídica a personas adultas mayores que hayan sufrido violencia, abuso, maltrato o que soliciten ayuda en cualquier asunto legal.