La colaboración es fundamental en todas las familias

¡El tiempo pasa volando! Apenas me doy cuenta que estoy en el último año de la licenciatura en Pedagogía, y la verdad no ha sido nada fácil llegar hasta aquí.

 

Cuando llegó el momento de decidir qué carrera quería estudiar, yo estaba muy confundida, pues tenía tres opciones, y el no poder decidir cuál era la mejor opción, me comenzaba a generar estrés.

 

Afortunadamente mi familia me apoyó para tomar esta decisión. Tanto mi madre como mi padre, platicaron conmigo y me aconsejaron que eligiera aquello que más me apasionaba, así que elegí Pedagogía, ya que siempre me ha gustado contribuir en la enseñanza de los demás y compartir conocimientos.

 

Luego de unos meses, cuando estaba por concluir el primer semestre de la licenciatura, papá se quedó sin trabajo. Esta noticia nos cayó de golpe, pues él era quien solventaba los gastos de la familia, y a partir de ese momento tuvimos que hacer algunos cambios en nuestra vida.

 

Al principio me encontraba preocupada, pensaba que tendría que abandonar mis estudios para ayudar a mis papás económicamente, pero no fue así…

 

Tras dos semanas de la noticia de que papá se había quedado sin empleo, tanto él como mi mamá, hablaron con mi hermano Emiliano y conmigo, y nos contaron su idea de cómo -unidos como familia- podríamos salir delante de esta situación.

 

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Mis padres decidieron empezar a vender comida a domicilio. Mamá siempre ha cocinado riquísimo y a mi papá, cuando el tiempo se lo permite, le encanta involucrarse a la hora de preparar los alimentos. Emiliano y yo ayudaríamos a nuestros padres con las entregas de las comidas, después de tomar nuestras respectivas clases, que afortunadamente son en la mañana, así que sin problema todos comenzamos a participar en este proyecto, aunque he de confesar que al principio no me entusiasmaba la idea de trabajar y estudiar.

 

Y en efecto, en un inicio fue complicado saber qué comidas íbamos a ofrecer, hasta dónde podíamos entregar y quién sería nuestra clientela. Los primeros meses sólo vendíamos lo justo para sobrevivir al día, pero después de un tiempo, la situación mejoró y el negocio comenzó a estabilizarse; incluso, ¡me llevaba un dinerito extra de las propinas que me daban en algunas de las entregas que realizaba!

 

Hoy estoy emocionada porque, en poco menos de un año, cumpliré el sueño de graduarme, pues con el paso del tiempo, el negocio se mantiene y mi familia se encuentra cada vez más unida. Estoy segura que, de no haber sido así, nos habría costado mucho más trabajo enfrentar las situaciones adversas.

 

La familia puede ser un espacio para la educación y el crecimiento, donde encontramos protección, seguridad y apoyo, pues es el núcleo fundamental de la sociedad y como tal, el ente que contribuye en el desarrollo integral de las personas.