Cuando el hilo rojo se hace nudo

Cuando el hilo rojo se hace nudo

Margarita Lignan Camarena

¿En qué consiste para ti el amor de pareja, en el acuerdo de dos voluntades para seguir una misma ruta, en la complicidad de dos para acompañarse o en la renuncia de uno para seguir al otro?

 

Gabriel está harto de los celos de Karla, se siente más que acosado, asfixiado, y no comprende por qué ella es así, sólo sabe que lo desespera; por más que digan, los celos no lo hacen sentirse querido o importante, al contrario, se siente profundamente hostigado, y las cosas han llegado a tal punto, que a veces simplemente se niega a contestarle las llamadas, porque, “como estuvo en junta mucho rato y no avisó”, seguramente lo que le espera, es un mar de quejas.

¿Por qué tendría que avisarle todo lo que hace, por qué le corresponde a él dejarla tranquila, hacerla sentir segura o darle confianza? Desde su forma de ver, es ella quien debe hacerse cargo de sí misma, claro, Karla carga con una huella familiar de abandono, pero Gabriel no considera que sea su factura, ¿por qué él tendría que hacerse cargo de cuidar en su pareja de esa herida, si los dos son adultos?

Algunas veces, Karla ha escuchado a Gabriel hablando de sus exparejas, de lo fascinantes que eran, de las aventuras que vivió con ellas dentro y fuera de la alcoba; sabe de sus propios labios que las enamoró diciéndoles justamente las mismas frases que a ella, incluso conoce sus nombres y sus rostros, porque un día él le enseñó las fotos que, como tesoros, guarda en una caja.

Quizá otra lo hubiera mandado inmediatamente a volar, pero Karla no quiere renunciar a la historia que se contó, a la única que le explica por qué cuando lo conoció, sintió que algo inmenso le estallaba en el centro del pecho, como si fuera el anuncio de esa llegada que por tanto tiempo había esperado, la del amor, como hasta entonces lo había concebido; se decía que esa vibración que la llenaba tan solo con verlo, la ternura que la habitaba con el roce de sus manos y la pasión que una y otra vez renacía a pesar de las diferencias y los pleitos, no podía ser sino la señal de que él era su “hilo rojo”, es decir, de acuerdo con la leyenda japonesa, su alma gemela, y por lo tanto, entre los dos existía un lazo indestructible.

Gabriel no cree en los “hilos rojos”, es mucho más realista, él le dice que ella para él es alguien muy importante con quien ha decidido compartir este momento de su vida, y no es que no la ame, claro que la ama; sólo que le parece demasiado que ella quiera sentirse “la única”, pues todos tenemos una historia y eso no tiene nada de malo.

A él le gusta conservar cerca a sus personas especiales, le parece ridícula esa idea de “cerrar ciclos”, en primera porque un ciclo es algo que se repite una y otra vez, considera que en todo caso debería decirse “cerrar etapas”; pero, además, como él lo ve, hay personas a quienes uno decide conservar, sólo cambiando el tipo de relación que se ha tenido con ellas, por lo que, según le explicó a Karla “incluso se pueden quedar en mi casa un fin de semana sin que exista mayor problema”.

Karla una y otra vez ha tratado de romper los esquemas de su mente, porque lo que dice Gabriel le parece tan bien estructurado, que está convencida de que la falla está en ella, que quizá es verdad que como dice él, tiene una mentalidad muy cerrada, sin embargo, cuando sabe que alguna amiga o ex se ha quedado con él, la noche se le vuelve inmensa, trata de dormir y no llamar a toda costa, se jura a sí misma no volver a humillarse así… Hasta que no lo resiste y marca, y si él no responde o no ve los mensajes, la angustia se le vuelve rabia.

Él le ha dicho a gritos que está harto, que lo que ella hace celándolo le parece violencia y que él no puede sostener una relación con alguien que tiene una visión tan corta.

Karla una y otra y otra vez trató de fragmentarse, de dejar de creer lo que creía, de no querer lo que quería y de no sentir lo que sentía, para poder quedarse… Pero no pudo y se fue después de muchas despedidas.
 
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Pasado el tiempo, él ha vuelto a buscarla, pero ella decidió no ser una foto más en aquella cajita y aunque sus ideas acerca del amor cambiaron, y ya no cree en hilos rojos, ni en mariposas alrededor del ombligo, se ha convencido de que estar sin pareja no es estar sola, que ella misma puede llevarse a esos lugares a los que él nunca tuvo tiempo ni ganas de ir. Ahora sale a correr cada mañana, acompañada de la música que más le gusta; cuando regresa y se da un baño, se siente tan contenta, tan en paz, que ha decidido que estar sin pareja le va bastante bien, pero que, si un día llega alguien, no renunciará a lo que cree, piensa y siente, porque no quiere pagar una vez más el precio de dejar de ser ella misma.

¿Quién ejerce la violencia en una relación llena de celos?, ¿acaso un punto de vista es la verdad?, ¿qué tan importante es, al decidir establecer una relación de pareja, coincidir en perspectivas y valores?