Yoali Pérez Montesinos

El interés por alcanzar la igualdad de género ha implicado el desarrollo de diversas estrategias orientadas a construir relacionas más justas e igualitarias en todos los espacios sociales, una de ellas es la paridad.

La paridad es una propuesta política que surgió en respuesta a la poca, casi nula participación de las mujeres en los parlamentos, lo que se definió como un obstáculo para construir sociedades efectivamente democráticas porque contribuye al monopolio masculino del poder y profundiza la subordinación de las mujeres, además de que refleja la permanente discriminación de las mujeres en espacios de poder y de la esfera pública.

Así, en la declaración de Atenas en 1992 se reivindicó la igualdad de participación de las mujeres y de los hombres en la toma de decisiones públicas y políticas e iniciaron una serie de acciones para impulsar medidas que incrementarán la participación de las mujeres en espacios y cargos de representación política.

La paridad se ha desarrollado predominantemente en el ámbito político electoral a través de reglamentaciones que exigen un porcentaje mínimo de participación y representación de mujeres en espacios y cargos de toma de decisiones. En México la constitución establece el principio de paridad de género en los tres órdenes de gobierno, en los organismos autónomos, en las candidaturas de los partidos políticos a cargos de elección popular, así como en la elección de representantes ante los ayuntamientos en los municipios.

Con ello se han logrado avances importantes, muestra de ello es que en el año 2018 se logró conformar un congreso paritario, lo que sin duda amplia el acceso de las mujeres al poder político y contribuye a su autonomía y empoderamiento. La paridad como estrategia de transformación social efectivamente está produciendo un cambio para evitar el predominio de mecanismos de dominación masculina en la esfera política.

Es preciso señalar que la instrumentación de esta estrategia a través de normativas que obligan destinar espacios y recursos que contribuyan a incrementar la participación de las mujeres en espacios políticos y de decisión ha generado resistencias y puede interpretarse como una medida que únicamente las beneficia a ellas. Sin embargo, se trata de una medida que genera beneficios también para los hombres y para la sociedad en su conjunto, porque:

  • La participación de las mujeres en espacios de decisión contribuye a transformar relaciones de poder y permite construir liderazgos libres de estereotipos y prejuicios, de manera que hace posible ejercer poder sin reproducir un tipo de masculinidad sostenida en la capacidad dominar o subordinar. Lo cual, libera tanto a mujeres como a hombres.
  • Una participación equilibrada de las mujeres y de los hombres en la toma de decisiones es susceptible de engendrar ideas, valores y comportamientos diferentes, que van en la dirección de un mundo más justo y equilibrado tanto para las mujeres como para los hombres.
  • Las distintas voces e intereses de las mujeres tendrían más oportunidades de ser reconocidas y representadas. Si bien la presencia de más mujeres en espacios de toma de decisiones no puede considerarse suficiente para garantizar la atención a las necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres, sí logra posicionar temas comunes a las mujeres que también benefician a los hombres. Por ejemplo, generar condiciones para equilibrar la vida laboral y familiar es un interés compartido por las mujeres que beneficia también a los hombres.
  • La participación de las mujeres en espacios puede contribuir a transformar su cultura organizacional, toda vez que potencia la posibilidad de generar un balance más armónico entre la vida laboral y la vida familiar y evidencia la necesidad de transformar el modelo de trabajador exclusivamente dedicado a la vida política o laboral, el cual es discriminatorio para las mujeres y para los hombres que asumen o quieren asumir responsabilidades familiares.

Además, la disponibilidad de tiempo y las largas jornadas de trabajo pueden deteriorar la salud mental y el desarrollo de cualquier persona.

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Ahora bien, es importante reconocer que el principio de paridad tiene limitaciones y enfrenta obstáculos y desafíos importantes como lo son las tensiones ocasionadas por la división sexual del trabajo prevaleciente en el que las mujeres siguen asumiendo las actividades que permiten la reproducción social (trabajo doméstico y labores de cuidado), aún cuando han tenido que incorporarse a la esfera pública y al ámbito laboral.

Es decir, las mujeres continúan su desempeño en el ámbito privado con las mismas autoexigencias que la cultura tradicional les ha planteado y las culturas organizaciones siguen configurándose en torno a una figura masculina libre de responsabilidades domésticas y de cuidado, lo que crea conflictos y sobrecarga de trabajo en las mujeres, que pueden sesgar su desarrollo y bienestar.

Las tensiones derivadas de la división sexual del trabajo han sido reconocidas como problemas que es preciso transformar para lograr sociedades más democráticas, justas e igualitarias en las que se puedan garantizar los derechos de todas las personas.

Por ello, es importante que a la par de impulsar la paridad en espacios de poder y decisión, también se promueva esta estrategia en el ámbito privado, de manera tal que en ambos espacios haya una participación equilibrada de hombres y mujeres y los recursos y responsabilidades se distribuyan de manera más efectiva.

Impulsar la paridad de género en todos los espacios no sólo beneficia a las mujeres:

  • Los hombres obtendrían satisfactores personales derivados del cuidado y crianza de los hijos e hijas, la convivencia familiar y el desarrollo de actividades recreativas. Tendrían más oportunidades para acudir a eventos escolares y reuniones familiares que les permitirían observar y disfrutar más a sus familiares.
  • Las niñas y los niños se desarrollarían en espacios en los que observarían y aprenderían a construir relaciones de igualdad que permitirán romper ciclos y patrones de desigualdad entre mujeres y hombres.
  • Las sociedades se beneficiarían con modelos de organización y convivencia que haría posible un proyecto efectivamente democrático, en el que todas las personas sean concebidas como sujetos autónomos, críticos y reflexivos

Es común que las personas deseen tener trabajos que además de obtener un ingreso y desarrollo profesional, les permita tener tiempo y energía para cuidarse y recrearse a si mismas, pero también para cuidar y disfrutar a su familia. Contribuir espacios paritarios es una estrategia que permitiría dotar de reconocimiento social y económico el trabajo de cuidados y visibilizar las necesidades e interés de las personas para impactar las culturas laborales, de manera que se reconozca que las y los trabajadores tienen una vida familiar y personal que requiere ser atendida. También permitiría construir ambientes familiares más armónicos y equilibrados.

Si tienes interés en atender y disfrutar tu vida laboral y familiar, relacionarte de manera equitativa con tus familiares y colegas de trabajo, así como reconocer los beneficios de la paridad, es un pequeño pero potencial paso para lograrlo.

Bibliografía:

  • Cobo Bedía, Rosa (2002) “Democracia paritaria y sujeto político feminista”. Revista Anales de la Cátedra Francisco Suárez, 36: 29-44
  • Htun (2000), “El Liderazgo de las Mujeres en América Latina: Retos y Tendencias”, en La importancia de la política: Diálogo de Mujeres líderes políticas, Banco Interamericano de Desarrollo, Diálogo Interamericano, 2000. Disponible en http://redpartidos.org/files/Htunlead.pdf
  • Declaración de Atenas que puede ser consultada en http://www.oppmujeres.cdmx.gob.mx/wp-content/uploads/2017/10/0.-Declaracion-Atenas-1992-Primera-Cumbre-Mujeres-Poder.pdf.
  • Barathe, Richard (2019). 5 razones por las cuales la paridad es clave para las democracias de América Latina. ONU Mujeres. Disponible en ac.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/articulos/2019/1/5-razones-para-la-paridad-en-las-democracias
Last modified: marzo 30, 2021