¿Por qué es importante diseñar estrategias diferenciadas enfocadas a prevenir la violencia en los jóvenes?

Escrito por: La redacción.

El fenómeno de la violencia tiene expresiones y características específicas de acuerdo con distintos tipos de población, y las y los jóvenes son un grupo particularmente vulnerable. De acuerdo con información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para el año 2010, la probabilidad de que un joven de América Latina muriera siendo víctima de un homicidio era treinta veces mayor que la de un joven de Europa y setenta veces superior a la de los jóvenes de países como Grecia, Hungría, Inglaterra, Austria, Japón o Irlanda.

El “Informe Regional de Desarrollo Humano 2013 – 2014 del PNUD” identifica a las y los jóvenes como una de las principales poblaciones afectadas por la violencia y el delito en la región. Según este informe, 35% de los homicidios en América Latina entre 1996 y 2009 tuvieron como víctimas a personas entre 10 y 25 años. No obstante, los jóvenes no sólo son propensos a ser víctimas; más de la mitad de los delitos en 2010 se cometieron por jóvenes. De éstos, la mayoría tenía entre 18 y 24 años y casi todos (9 de cada 10) eran hombres (PNUD, 2014).

Lo anterior permite observar que, en materia de seguridad, es necesario que se generen estrategias específicas, en cuyo diseño, implementación y evaluación participen tanto los gobiernos en sus distintos niveles como la sociedad, para prevenir y atender las causas de la violencia y el crimen en este grupo en particular, desde un enfoque de seguridad ciudadana. Es decir, resaltar la importancia de centrar la atención en las personas –y en este caso particular de jóvenes- y la obtención de la seguridad a través de acciones que promuevan el desarrollo humano sostenible, al tiempo que se garantice un conjunto básico de derechos, incluido el derecho a la vida, el respeto a la integridad física y material de las personas y su derecho a tener una vida digna (PNUD, 2014).

 

La relación entre jóvenes y policía: clave para la prevención y el control

Los policías son un actor muy importante en la prevención y el control de la violencia y el delito juvenil, pues suelen ser ellos quienes tienen el primer contacto con los jóvenes cuando éstos se ven involucrados en situaciones de violencia o actos delictivos, ya sea como víctimas o como victimarios.

Sin embargo, la relación entre jóvenes y policías no suele ser la mejor. En encuestas sobre la opinión de la población con respecto a policías, son los jóvenes quienes suelen registrar menores niveles de confianza o respeto por éstos. Asimismo, las estadísticas sobre violencia o abuso policial muestran que la mayoría de quienes denuncian maltrato por parte de la policía son hombres jóvenes (Candina, 2006).

Lo cierto es que, si bien las y los agentes de policía pueden convertirse fácilmente en ‘los malos’ del cuento, esta situación es susceptible de transformarse; asimismo, es posible también eliminar prejuicios de la policía hacia los jóvenes. Lo anterior es fundamental en la tarea de disminuir los riesgos a los que esta población se enfrenta, y las conductas indeseables en las que pueden caer (Zavaleta, Kessler, Alvarado, y Zaverucha, 2016).

Una manera de lograrlo es ampliando el papel y la visión de la función policial más allá de la persecución del delito. Pensar que la única manera de evitar conductas violentas o delictivas en jóvenes es el seguimiento de procesos penales, es agravar el problema; aun cuando los jóvenes hayan llegado ya al punto de ser sancionados y/o sentenciados por las autoridades, es importante trabajar además en los mecanismos que permitan reinsertarlos a la sociedad de manera efectiva, de tal forma que se evite su reincidencia y se prevenga que se vuelvan adultos violentos o criminales.

La mejor manera de prevenir estas conductas en las y los jóvenes es entendiendo y atendiendo las causas que las originan. La violencia y el crimen en jóvenes es un problema en el cual intervienen múltiples factores y variables: relaciones familiares dañinas, historiales de abuso, falta de oportunidades, falta de espacios de convivencia adecuados, ambientes delictivos o violentos, presencia de pandillas o grupos criminales, falta de acceso a la educación, pobreza, aislamiento social, entre otros. La atención de estas problemáticas requiere de la participación y vinculación de distintas instancias y el involucramiento de múltiples actores más allá del gobierno, como los padres y madres de familia, las escuelas, organizaciones civiles, entre otros.

Un ejemplo de una política a través de la cual se busca un acercamiento del sistema de justicia con los jóvenes, y que además vincula a múltiples instancias de gobierno y de la sociedad civil es el programa “Libre de Prisiones”, implementado por el gobierno de Chihuahua a través de la Fiscalía General, Secretaría de Educación, Cultura y Deporte y la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales, en colaboración con diversas escuelas del estado desde el año 2015.

Se trata de una estrategia de prevención del delito cuyo objetivo es dar a conocer la vida al interior de los centros de reclusión de la entidad con el fin de provocar un proceso de reflexión, derivado de conocer directamente las consecuencias producidas por la comisión de conductas ilícitas, para crear conciencia en jóvenes (Gobierno de Chihuahua, 2015).

Esta iniciativa consta de dos fases: 1) Pláticas en las escuelas, impartidas por personal de la Dirección de Reinserción Social y Cultura en la que se les sensibiliza sobre el tema de los riesgos que conlleva el participar en actos delictivos. 2) Visita de los alumnos a un Centro de Readaptación Social (CERESO) o Centro Especializado en Reinserción Social para Adolescentes Infractores (CERSAI), en donde los jóvenes tienen un acercamiento con los internos, quienes dan testimonios, muestran lo que es vivir en prisión y finalizan con una sesión de preguntas y respuestas con los estudiantes.

Otros ejemplos de estrategias que buscan acercar a los policías con los jóvenes son aquellos a través de los cuales se sensibiliza y capacita a miembros de las fuerzas policiales, mediante talleres y cursos en diversas materias tales como el uso de la fuerza con perspectiva de derechos humanos y capacitaciones para actuar conforme a la norma como Primer Respondiente, por citar algunos.

Estrategias como éstas dan muestra de que es posible que las autoridades en materia de justicia tengan un acercamiento con jóvenes más allá de la persecución de los delitos, y de cómo se pueden prevenir conductas violentas y criminales en esta población en particular a través de intervenciones en las que colaboran conjuntamente el gobierno con la comunidad.

Last modified: septiembre 11, 2019