Aunque los anaqueles seguían llenos y ordenados, el trabajo se volvía difícil con la máscara y la careta; pero Mariela extremaba cuidado para no contagiar a su familia.
En los meses pasados, tuvieron que detener su trabajo, pues cerraron el gran almacén de papelería en el que trabajaba y ahora tenían turnos intercalados, por lo que el encargado les avisó que reducirían los sueldos de los hombres en 10% y el de las mujeres en 15%.
Apenas eran 20 empleados y sólo 8 mujeres que, a pesar de estar molestas, solo parecían asombradas. El encargado, al notarlo, se apresuró a indicar que esta decisión era por reconocer que los hombres son el sostén de su casa, así que se trataba de una medida solidaria.
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Por lo menos quedaban los turnos extra, pensaron la mayoría de las compañeras de Mariela. Pero al paso de las semanas, estos también eran asignados a los hombres; el encargado insistía en que así sufrirían menos violencia las trabajadoras.
Mariela nunca entendió demasiado sobre justicia o derechos, pero sabía que algo en esta actitud no estaba bien, así que se decidió a investigar y encontró que se trataba de violencia económica por condición de género.
Aunque con miedo, vio que podría recibir información gratuita y confidencial sobre su situación en el número de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres 01 800 00 854 00.