sextorsión

Mía

Margarita Lignan Camarena

¿Sabes qué es la sextorsión?, yo sí, consiste en chantajear a una persona con revelar su información personal o contenidos de carácter sexual, que la propia víctima produjo, ya sea voluntariamente o bajo amenaza, con el fin de conseguir nuevos favores sexuales, dinero u otro beneficio.

 

Lo desafortunado es cómo lo aprendí…

 

Mis papás ya me habían dicho que tuviera cuidado en redes sociales, que no hablara con desconocidos, que no les pasara ningún dato personal; en fin, pero yo acababa de entrar a la prepa y me sentí con mucho mayor libertad que en la secundaria, así que no me parecía tan importante entrar a clases, según yo, ya vería cómo pasar después. Con lo de las redes sociales fue lo mismo, me pareció que ellos, por ser de otra generación, exageraban; así que me metí a varios grupos para conocer gente de otros lugares, como no eran páginas de citas, no me pareció peligroso. Ahí conocí a Carlos, desde el principio me cayó súper, me dijo que era argentino y que tenía 16 como yo, me hablaba de cosas que yo nunca había escuchado, como costumbres y comidas y hasta me mandó unas fotos donde se veía bien guapo; me dijo además que a él tampoco le latían las páginas de citas, así que di por hecho que se trataba de una amistad real.

 

Nos fuimos “enamorando”, él me dijo que moría por verme y abrazarme, pero ni modo que viniera de Argentina para acá; así que confié y me atreví a enviarle no solo las fotos que me pedía, sino también mis documentos, porque me aseguró que me estaba arreglando un viaje a su país con un tío suyo que tenía una agencia. Nuevamente pensé que ya que estuviera todo listo vería cómo arreglar el asunto y decírselo a mis papás. Por supuesto que aquello me parecía una maravillosa aventura romántica.

 

El problema fue cuando yo ya estaba toda ansiosa por ir a conocerlo y comencé a presionarlo para que hiciera una videollamada con mis papás para que lo conocieran y me dieran el permiso. Un día simple y directamente me dijo: “Mira Renatita, eres medio ingenua chiquita, en realidad tengo un negocito de fotos de chicas desnudas en internet, ¿ya sabes de cuáles no?, y necesito que me mandes más fotos porque las que ya subí han tenido mucho éxito, eso sí, donde les cuentes a tus papis o traten de contactarme, ya sabes que tengo tus datos en tus documentos y me imagino que a ellos y a ti les gusta vivir tranquilos ¿no?”

 

El cuerpo se me heló, la sangre me bajó hasta los pies, estaba temblando; todavía no me recuperaba del susto cuando me envió un link, dudé en entrar, pero como me sentí tan amenazada lo hice y vi que era cierto, ahí estaban mis fotos; en ese momento me quise morir, pensé en que quizá varios de mis amigos o de mis parientes hombres ya las habrían visto. Sentí una urgencia de escapar sin saber a dónde y me solté llorando desesperadamente.

 

No pude dormir, tenía miedo hasta de checar mis mensajes, pero lo hice y ahí estaba él nuevamente: “Hola hermosa, estoy en espera de tus fotos, ya sabes que eres mía y me encantas”.

 

He de confesarte que el terror me hizo enviarle un par de fotos más, pero después, la desesperación me recordó a mi tía Vicky y le llamé para contarle, no había otra salida, ella es abogada y siempre ha trabajado en casos de mujeres, seguro me apoyaría.

 

También puedes leer: Nada justifica el acoso sexual contra las mujeres

 

Fue espantoso cuando me dijo que, para estar más protegida, lo primero que debía hacer era decirles a mis papás y que tenía que hacer una denuncia ante la policía cibernética y dejar que entraran a mi celular y a mi computadora para rastrear de dónde venían los mensajes. Me sentí tan avergonzada y humillada, tan tonta; pero mi tía me explicó que yo había sido víctima, tanto de extorsión como de violencia sexual digital, misma que actualmente castiga la Ley Olimpia, por lo que mi agresor podría alcanzar hasta 12 años de prisión.

 

Hoy que han pasado algunos años, sé que no fui culpable de “enamorarme” y confiar, en cambio el supuesto “Carlos” sí lo es por haber elegido como medio de vida el delinquir agrediendo mujeres, y justamente, como tal fue castigado. Mi tía me dijo que la Ley Olimpia lleva ese nombre por una mujer que pasó por lo mismo que yo y quien ha luchado por la protección de todas las demás.

 

“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior.”

Frida Kahlo