Román y yo empezamos nuestra relación el último año de la carrera en Pedagogía. Él siempre fue cariñoso y respetuoso conmigo, y yo con él, también.
Cuando concluyó nuestra etapa universitaria, los primeros meses fueron complicados, pues el no estar tanto tiempo juntos como antes nos causó algunos altercados, por lo que decidimos empezar a vivir juntos.
A los seis meses de empezar esta nueva etapa en unión libre, llegó la noticia de que seríamos padres. Al enterarme de esto, yo brincaba de la felicidad y pensaba que mi pareja estaría igual de contento, pero no fue así.
Luego de enterarnos de la llegada de Sofía (mi hija), la actitud de Román comenzó a ser distinta. Empezó a estar cada vez más distante conmigo y mostraba poco interés por mi embarazo.
Pasaron los meses y llegó Sofía. Tenía la esperanza de que con el arribo de nuestra hija, él encontraría una motivación más para fortalecer nuestra relación y construir una familia unida, pero me equivoqué, porque cuando mi hija estaba por cumplir seis meses, Román decidió dejarnos. Él argumentó que lo que estaba viviendo con mi hija y conmigo no era lo que él quería para su vida.
La decisión del padre de mi hija puso mi mundo de cabeza. En un principio no comprendía cómo era posible que alguien pueda dejar a su familia de un momento a otro, pero esa fue su decisión. Pese a que exigí la pensión para Sofía, eso no es lo que me habría gustado para mi vida. Además, como madre de familia, estaba convencida que yo no iba a dejar de lado mi responsabilidad, como lo hizo Román.
Sofía está por cumplir ya dos años. Aunque prácticamente no tiene ningún recuerdo de Román, ella no crecerá con una mala imagen de él, porque yo no pienso hablarle mal de su padre. En efecto, aunque él no la visita, ni pregunta por ella, siempre ha cumplido con su parte legal.
Durante este tiempo, he tratado de transmitir todo el cariño posible a mi hija, para que desde ahora ella se sienta segura y amada, pues considero que la seguridad y el amor es lo más importante que una madre puede transmitir a sus hijos a través de la relación y la interacción que tiene con ellos.
Espero que con el ejemplo que le estoy dando a mi hija, ella aprenda prevenir la violencia y a construir relaciones sanas basadas en la responsabilidad y el respeto, no importa si son relaciones familiares, de amistad o de pareja. Todas deben estar libres de violencia.