La nueva normalidad y el verano hicieron que Miguel se quedara solo en su casa, por lo que sus papás llamaron a Ramón, su tío favorito, para que lo acompañara un par de días.
Ramón era joven y mezclaba el trabajo con el fútbol, pasatiempo que compartía con su sobrino. Los días pasaron: viendo partidos y hablando de jugadores.
Un día, mientras Ramón preparaba el almuerzo, escuchó a Miguel en videollamada con sus amigos de la secundaria. Hablaban de las cosas normales de chicos, hasta que notó algo raro:
-¿Ya te enviaron la foto que le tomaron a Miriam?
-Uyyy esa foto está de diez, que chido que se la tomaron
-Yo ya se la envié a todos mis amigos
-Mándamela, yo no la he visto
Al oír eso, Ramón le pidió a Miguel que fuera a almorzar. Así que aprovechó para tocar el tema:
-Y, escuché que están enviando la foto de una de tus compañeras ¿sí sabes que no está bien, verdad?
Miguel estaba callado y apenado,
-Pero, si yo no la veo, van a pensar que no soy hombre o que no me gustan las mujeres
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-Pues tú les puedes decir que un verdadero hombre no se justifica con nadie y, sobre todo, respeta a las mujeres y no las cosifica.
Miguel aprendió ese día que, su masculinidad no radica en tratar a las mujeres como objetos y que ser parte de esas bromas fomenta la violencia a las mujeres.