Ni un ruido

Jacinta no se mete nunca en nada, está convencida de que lo mejor es no tener problemas con nadie; vive sola, igual que las otras dos señoras mayores en el edificio: Amparito la del 6 y la señora Ruth del 9; hay otros vecinos, claro,  familias y señores solos que van y vienen al trabajo, a la escuela, al mercado. Bueno, doña Ruth no está tan sola, ella sí sale, va a la Iglesia y a hacer la compra unas tres veces por semana, los domingos viene siempre alguno de sus hijos para llevarla a comer; al menos eso es lo que intuye Jacinta, cuando la ve salir muy arreglada con los labios malva y su bolso marrón con piedritas doradas.

 

En realidad a Jacinta no le gusta entrometerse, pero inevitablemente se ha dado cuenta de que a la del 6 no la visita nadie, y de que ella no sale para nada, quizá esté muy enferma, porque le traen a diario la comida de la fondita; se da cuenta por el sonido como de pequeñas campanitas, armonioso como un recuerdo cálido, de los carrillones de viento que puso Amparito en su puerta; pero luego simplemente sigue con el lavado de sus trastes porque a ella finalmente qué más le da la vida de Amparito.

 

La tarde del miércoles, cuando llovió tan fuerte que parecía que aventaban cubetadas de agua desde el cielo y los enormes granizos aporreaban las ventanas, no hubo forma de contener el agua; porque la naturaleza es así, cuando se impone, se impone; la lluvia se metió a los departamentos por las ventanas, por el traspatio y hasta brincaba como borbollón por la coladera del fregadero; aquella tarde fue un corredero de vecinos con cubetas y trapeadores tratando de no inundarse. Jacinta se asomó por la ventana y todos estaban en las mismas, haciendo lo que podían, y la verdad es que sí pensó en Amparito que seguro estaba sola, pero pues eso de ir a tocarle le parecía imprudente; qué tal que ni quería que la ayudaran, uno nunca sabe.

 

Estando dentro de su casa Amparito no hace ni un ruido, al parecer ni ve la tele ni escucha la radio. En los demás departamentos, incluido el de Ruth, al menos se oye clarito el ruido de la lavadora o el del boiler cuando se prende, así se sabe que la gente está ahí, haciendo sus cosas; pero de Amparito nunca se sabe nada y ni para qué entrometerse.

 

Por las tardes Jacinta no se pierde su telenovela, es que ésta sí está muy buena, qué bien que la están repitiendo el sábado en la tarde noche, porque así ha podido disfrutarla con mucho más calma;  además dicen que los actores ya se hicieron pareja en la vida real, y eso la hace mucho más interesante. De pronto, un día se escuchó el ruido como de una puerta que están golpeando, pero si casi no hay nadie en el edificio a estas horas; parece que martillan, aunque no exactamente; también se escuchan como cristales o campanas que se golpean; ¿qué será?

 

Molesta y sintiéndose interrumpida, Jacinta se levantó de su asiento y se asomó por la ventana para averiguar, pero discretamente porque no quería que alguien pensara que era entrometida.

 

¡Era el departamento 6, el de Amparito!, alcanzó a ver los carrillones de viento en el suelo y la puerta abierta de par en par; realmente le pareció extraño, pero ella qué iba a saber lo que pasaba, tal vez por fin había venido un pariente de visita y entró sin mucho cuidado; aunque como en el 6 nunca se escucha ni un ruido, realmente le pareció raro tanto movimiento.

 

De pronto vio la silueta de un muchacho salir corriendo, ¿sería uno de los nietos de Amparito o su sobrino? Llevaba como dos bolsas negras de la basura con cosas y parecía estar muy apurado… Jacinta no supo qué pensar, así que decidió que mejor ella regresaba a lo suyo y siguió viendo su novela.

 

Sin embargo, el corazón no dejó de latirle fuerte, como un mal presentimiento, pero qué son los presentimientos sino cosas que ni vemos ni podemos probar…

 

Total, por andar asomándose se perdió la escena del beso entre los protagonistas que tanto había esperado toda la semana; pero simplemente la inquietud no la dejaba estar; así que Jacinta volvió a asomarse para descubrir que la puerta de Amparito seguía abierta. Jacinta, llevada por un impulso mayor, sintió que tenía que hacer algo y llamó al 911, cuando le preguntaron su nombre pidió hacer una denuncia anónima;  pero luego, desesperada ante tantas preguntas de la señorita que atendía, simplemente le gritó la dirección para pedirle que alguien viniera ya, de inmediato, pues al parecer habían abierto con violencia el departamento 6. Mientras llegaba la ayuda, pensó en lo peligroso que sería entrar sola al departamento de Amparito para averiguar lo que pasaba; así que sin más, fue de puerta en puerta tocando a todos sus vecinos para que salieran y fueran juntos a ver.

 

Desde luego se sorprendieron mucho, pues hasta entonces Jacinta siempre los había saludado con cortedad y nunca le hizo la plática a nadie; pero al verla tan decidida no les quedó más que seguirla y todos bajan solidariamente para desafortunadamente descubrir que a Amparito le han vaciado el departamento. Jacinta vio por primera vez el rostro de su vecina en muchos años, el de una anciana muy limpia y bien peinada que ahora lloraba imparablemente sentada en su reposet, mientras se llevaba las manos al rostro con toda la indefensión de su vejez y el agradecimiento de que “al menos” no le hubieran hecho cosas peores y sobre todo de que sus vecinos que vinieran a ayudarla.

 

Desde entonces, en el departamento de Amparito siempre hay bullicio, Jacinta le compró un nuevo y hermoso carrillón de viento, y entre todos acordaron instalar timbres de emergencia e intercambiar teléfonos para estar siempre en contacto.

 

Ahora la señora del 4 le trae la comida, el del 2 sube los martes a las 7 para ayudarle un poco con los trastes sucios y el aseo, y Jacinta baja con ella para ver juntas la novela en la tele nueva que entre todos le compraron para que no esté siempre dormida y se mantenga un poco más entretenida y atenta.

 

Muchos ancianos viven solos por diferentes motivos, no importa la vida que hayan tenido, lo que hayan hecho bien o mal, su edad los convierte en vulnerables. Al estar dispuestos a asistirlos en la medida de lo posible, nos convertimos en una mejor sociedad y nos concientizamos ante la perspectiva de nuestro propio futuro.

 

Si eres testigo de algún probable delito, marca al 911, la denuncia puede ser anónima y enviarán una unidad de policía a la mayor brevedad sin necesidad de que ofrezcas pruebas.

Por: Margarita Lignan Camarena