Por Luis Armando Bazaldua Flores

En las anteriores entregas de “La construcción de un modelo de prevención social: el caso Jalisco (2016-2018)” analizamos desde diversas aristas el proceso de generación de la política de prevención social a nivel estado y cómo desde los municipios se colaboró con el diseño de los diagnósticos, mismos que fueron la base fundamental para la implementación de toda la estrategia en la materia, no obstante, si bien el proceso de confección de las políticas y de los procesos fue complejo, resulta aún más complicado establecer la forma en que dichas políticas se ejecutarían y tendrían permanencia en el tiempo.

Un aspecto central para considerar en este tema, es el hecho de que cuando se diseñó la estrategia entonces vigente denominada México en Paz – e instrumentada por medio del Programa Nacional de Prevención Social de las Violencias y la Delincuencia (PRONAPRED) – se puso énfasis en el hecho de que dicha estrategia, si bien tenía un origen eminentemente gubernamental, debería de ir trascendiendo poco a poco a una esfera de coparticipación en la cual no solo las comunidades receptoras de los programas se apropiaran de estas, sino que de forma paulatina la propia iniciativa privada pudiera sumarse a la implementación y ejecución de las mismas.

El punto inicial para garantizar la inclusión de las comunidades en las estrategias se dio por medio de la participación de las personas y de los ciudadanos en el proceso de diseño del diagnóstico comunitario, no obstante, esta primera etapa solo tenía como base general el plasmar los deseos y necesidades de las personas, sin que necesariamente se tuviera un compromiso general para participar de la ejecución de las acciones.

En este sentido, la segunda etapa de diseño específico de los programas pasó por el hecho de que los ciudadanos pudieran expresar de manera general sus ideas en torno a algunos de los proyectos a implementar, además de tener voz y voto en las acciones a desarrollar; esto por ejemplo es más que claro en proyectos de recuperación de espacios públicos, donde los recursos fueron solamente etiquetados para proyectos, que de forma amplia, pusieron a disposición de los vecinos las opciones, y sobre todo las formas en que se desarrollarían las acciones constructivas.

Es decir, se partió del hecho de que si bien los programas se basarían en los resultados del diagnóstico participativo y documental, todos y cada uno de ellos deberían de tener un componente “abierto” que posibilitara a los ciudadanos, que viven dentro del polígono seleccionado, para definir elementos centrales de la intervención y opinar de forma precisa en torno a qué y cómo les gustaría que se hiciera.

Asimismo, otro elemento central que resulta llamativo, tanto del diseño como de la implementación de las estrategias, es el componente de especialización y ampliación de la participación de la iniciativa privada, por lo cual, en lugar de tomar los recursos económicos etiquetados desde el Gobierno Federal – y ejercidos por los gobiernos estatales por medio de sus áreas administrativas – y dotarlos a las diferentes dependencias gubernamentales del Gobierno del Estado o de los Gobiernos Municipales sobre todo en el área metropolitana de Guadalajara, se propuso un modelo novedoso: integrar a organizaciones de la sociedad civil y toda clases de empresas o colectivos especializados en materia de prevención social para participar en la ejecución de las estrategias.

Por medio de esta participación, se generó una gran área de oportunidad toda vez que estas organizaciones tenían un propósito fundamental: ejecutar el proyecto y crear capacidades instaladas en la comunidad, además de que en el caso de Jalisco se propuso diseñar proyectos que no solo permitieran que fueran replicables en la comunidad por medio de los ciudadanos, sino que al finalizar el pilotaje hecho por las organizaciones sociales participantes de cada proyecto, se pudiera hacer que las dependencias gubernamentales en la materia tomaran la estafeta para darle continuidad.

De esta manera, si bien, se entendía que el sector privado participaba en los proyectos con una temporalidad determinada, se asumía también que la visión renovadora de los expertos podría dar lugar a ciertas buenas prácticas que aprendidas in situ, tanto por el personal gubernamental como por los ciudadanos, podrían tener una base fértil de replicación.

Es preciso señalar el hecho de que se pueden tener dudas considerables en torno a la actuación de actores privados en la consecución de bienes públicos (en este caso, programas de prevención social), aunque lo cierto y evidente es que todos los participantes considerarían en su momento la obtención de lucro derivado de su participación. Es también pertinente señalar que la inclusión de estos sectores en las estrategias gubernamentales lleva a una gobernanza óptima, donde la corresponsabilidad es compartida entre actores privados, comunidad y gobierno.

Asimismo, desde el diseño de los proyectos se intentaron establecer candados específicos a fin de que, por citar un ejemplo, todas las organizaciones participantes contaran con perfiles académicos, con trabajo social en campo, experiencia aplicada y demás aspectos que garantizarían que los recursos económicos fueran aplicados de forma irrestricta para los fines y propósitos del proyecto de referencia.

Por ejemplo, existieron casos en que los proyectos instrumentados por organizaciones sociales y civiles tenían metas definidas en cantidad de beneficiarios, acciones, calidad de las mismas, impacto de éstas, indicadores de evaluación anteriores a la ejecución de la misma y posteriores a ésta, de manera tal que desde el escritorio de diseño se procuró “blindar” el adecuado ejercicio de los recursos, de modo que se tuviera la claridad de que fuera cual fuera la intención del particular que ejecutaba la acción, al final la comunidad recibiría un producto útil y adecuado a las necesidades que visualizaba en su entorno.

Otro elemento que permitió configurar una participación virtuosa entre estos sectores: privado, gubernamental y comunitario, fue el hecho de establecer, como criterio general de evaluación, procesos de retroalimentación en los cuales se escuchaba al ciudadano como actor preponderante de la estrategia, además de que en todos los casos, a fin de garantizar la satisfacción de los participantes, se les solicitó a los proveedores que presentaran esquemas de evaluación de su trabajo, testimonios y sobre todo una evaluación ciudadana independiente.

Es importante precisar que existieron casos de proveedores privados que consideraron ampliaciones importantes a los proyectos originalmente contratados, es decir, se quedaron más tiempo en la comunidad a fin de cerciorarse del adecuado desarrollo de los programas, además de que establecieron manuales operativos de seguimiento que hicieron mucho más sencillo el abordaje por parte de las dependencias gubernamentales de las estrategias de prevención ya en curso en las comunidades seleccionadas.

Otro punto central de la intervención en las estrategias de prevención de los actores privados fue el hecho de que, sin duda, en algunas comunidades el abordaje por parte de una figura que no es necesariamente el gobierno en concreto sino un privado, abre un espacio de confianza e incluso de intimidad más claro para hablar de temas problemáticos, de situaciones potencialmente delictivas y sobre todo que permite ir consolidando poco a poco de la mano de los privados, una imagen distinta del gobierno como un actor que está de lado de los ciudadanos.

En este caso, se puede hablar de que esta alianza nos permitió avanzar en la creación de estos lazos de confianza, además de que en otros puntos colaboró a que se pudieran crear liderazgos auténticamente sociales, es decir, sin la desconfianza de que pudieran ser utilizados para fines político-electorales.

Justamente, el gran aporte de esta estrategia de intervención privada, social y pública radicó en el hecho de que muchos ciudadanos se dieron cuenta de que con sus propios medios podían ejercer un liderazgo positivo en su comunidad, sin que por ello tuvieran que ser cooptados para otros fines, además de que con el apoyo de su propia comunidad y de actores externos pudieron entender que solo se transforman comunidades que lo desean así, es decir, visualizando que para transformar tu entorno hay que transformarte tú primero.

Last modified: septiembre 11, 2019