Escrito por: La redacción.

Un elemento que distingue a la seguridad ciudadana de otros conceptos o corrientes en el ámbito de la seguridad es la importancia que ésta le da a atender -y entender- los problemas de inseguridad y violencia desde una visión territorial, comunitaria y local (PNUD, 2014), para ello, los gobiernos locales necesitan desarrollar una visión diferenciada en el ámbito territorial, es decir, poder identificar la existencia de determinados barrios o sectores vulnerables a la acción delictual, que afecta la calidad de vida de los vecinos y trae consigo un alto porcentaje de victimización en sus habitantes (Munizaga, 2010).

 

Sin esta mirada se corre el riesgo de elaborar diagnósticos equivocados de las problemáticas, y, en consecuencia, políticas alejadas de las necesidades reales de las comunidades sin suficiente validación y participación de la ciudadanía, requisitos indispensables para que las medidas que buscan prevenir y resolver las diversas expresiones de violencia que vulneran la seguridad de los individuos, sean realmente efectivas (CESUP, 2014); una política adecuada, enmarcada en el concepto de seguridad ciudadana, debe considerar los procesos culturales, sociales, urbanos y económicos que modifican de fondo la manera en que las personas se relacionan entre sí, así como en la que se vinculan con su entorno (ONU-Hábitat y Universidad Alberto Hurtado, 2009).

Desde esta perspectiva, es pertinente también tomar en cuenta que en la realidad, los individuos o poblaciones ligadas a un determinado territorio o a una comunidad, aunque pueden compartir ciertas características y problemáticas en común, no son necesariamente homogéneos, lo que implica tener un especial cuidado en propiciar que las intervenciones sean integrales en el sentido de que contemplen y consideren la diversidad de actores e individuos que convergen en un determinado espacio (Barrios y Emmerich, 2017).

Es igualmente importante identificar que el tamaño del área de intervención debe ser tomado cuenta, y que, si bien ésta debe ser integral, también debe identificar y delimitar públicos objetivos (jóvenes, pandillas, mujeres, etcétera), así como ejes temáticos (violencia de género, delincuencia juvenil, narcomenudeo, violencia intrafamiliar u otros). La población es un elemento intrínsecamente ligado al territorio, por ello, los programas, estrategias y medidas implementadas deben considerar como prioridad, por un lado, a las poblaciones más vulnerables y, por otro, a aquellas con más posibilidades de cometer actos violentos y delictivos (Betancourt, 2013).

Sin duda, el éxito de las políticas o intervenciones de seguridad con enfoque ciudadano depende en gran medida del entendimiento y acercamiento a las necesidades reales de las personas dentro de los espacios en los que se desenvuelven, así como del involucramiento de los distintos actores que conviven en dichos espacios. De no hacerlo, corremos un alto riesgo de fracaso en la medida en cuestión e incluso, cabe la posibilidad de generar nuevas problemáticas.

Last modified: septiembre 11, 2019