Por Armando Vargas Hernández

En la primera parte señalamos que el robo a transeúnte es uno de los delitos más frecuentes en el ámbito nacional y que la CDMX es una de las entidades en donde se presenta con mayor frecuencia. Con base en dicho principio de focalización, el objetivo de esta segunda parte del trabajo es describir las características del robo a transeúnte con violencia en la CDMX.

El propósito principal continua siendo sistematizar información elemental pero relevante, que pueda contribuir con el diseño de políticas públicas para la reducción de la delincuencia; la metodología es descriptiva y consiste en el tratamiento estadístico, mediante el software IBM SPSS Statics 23, de los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), en su edición del año 2018; en particular, de las características de los robos en la calle o el transporte público captados por el módulo de victimización en la CDMX.

Las características del robo a transeúnte con violencia en la CDMX

Para lograr una mejor descripción de las características del RTV en la CDMX, sistematizaremos el análisis en función de distintos elementos involucrados en este delito: los delincuentes, las víctimas, los momentos de incidencia, el uso de la violencia y los principales objetos robados.

Es importante precisar que aunque la ENVIPE 2018 no recoge información puntual sobre el robo a transeúnte con violencia, como está tipificado en el código penal de la CDMX, sino del robo en la calle o el transporte público, los datos recopilados permiten visibilizar características puntuales de estos delitos de modo que sí posibilitan, cuando menos, una exploración al respecto.

¿Cuáles son las características de los victimarios en un robo?

De acuerdo con la ENVIPE, el 91% de los delincuentes que cometieron un robo en la calle o en transporte público en 2018 fueron hombres (Tabla 1).

El 32.4% de los hombres que perpetraron un asalto en la calle o el transporte público contó en ese momento con una edad aproximada entre 18 y 25 años, mientras que el 31.5% se ubicó entre los 26 y 35 años; es decir, la mayoría de los hombres que cometieron un robo fueron personas jóvenes (Gráfica 5).

Es interesante observar que solamente el 1.7% de los victimarios masculinos se encontraron en el rango de edad aproximado de entre 45 a 60 años, lo que parece indicar una correlación negativa entre ocurrencia delictiva y la edad de los victimarios; ésta se ha intentado explicar, por ejemplo, desde las versiones más recientes de la escuela criminológica positivista, en donde los factores biológicos son correlatos importantes para explicar por qué los jóvenes son quienes realizan más frecuentemente delitos de oportunidad (Moliné 2014): la condición física es un elemento importante para ejecutar un delito o escapar.

Asimismo, estudios desarrollados desde la teoría de la desorganización social, la teoría de la organización diferencial, la teoría del control, la teoría de la subculturas delictivas o la teoría de la anomia (Moliné, 2014), por ejemplo, han fundamentado empíricamente que la población joven es un factor asociado con las tasas delictivas, las explicaciones son diversas, entre las que destaca que las personas jóvenes: 1) se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad social que los convierte en sujetos más proclives para iniciar carreras delictivas; 2) son susceptibles de entrar en contacto con estructuras criminales o adoptar modelos culturales de comportamiento contrarios a los valores convencionales de la sociedad.

 

Gráfica 5. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

En términos de política pública, parece que lo más apropiado es pensar en estrategias de prevención social destinadas principalmente a los hombres jóvenes en la CDMX que permitan disminuir sus motivaciones criminales.

¿Cuáles son las características de las víctimas en un robo?

El 53.1% de las víctimas de un robo en la calle o transporte público fueron hombres, mientras que el 46.9% fueron mujeres; en este caso, la probabilidad de victimización entre ambos sexos se acerca a los valores esperados (50%), por lo que parece no tener demasiado sentido la construcción de políticas diferenciadas para evitar la victimización de acuerdo con el sexo de las víctimas; este dato sugiere que la condición de género no es una determinante importante en el robo como seguramente lo es en otros delitos, aunque la probabilidad de experimentar un robo en la calle o el transporte público es mayor en los hombres, lo que puede explicarse, considerando los principios de la teoría de las actividades rutinarias (Cohen & Felson, 1979), por un mayor tránsito de los hombres en las calles.

Por otro lado, la mayoría de las víctimas fueron personas jóvenes con edades entre los 18 y los 28 años (27.8%), posteriormente se encuentran los adultos de 29 a 39 años de edad (26.15%) y, finalmente, personas con edades entre los 40 y 50 años (22.95%), estos grupos etarios suman el 76.8% de las personas que fueron víctimas de una robo en la calle o en el transporte público (Gráfica 6): el mayor tránsito de estas personas, tanto en las calles como en el transporte público, motivo por el cual son las más victimizadas, se puede explicar por sus actividades rutinarias, las cuales es probable, considerando los rangos de edad, que estén asociadas con actividades escolares o productivas, lo cual también permitiría explicar la correlación negativa, en el marco de este tipo de robos, entre victimización y edad.

Gráfica 6. Fuente: elaboración propia con datos de la ENVIPE, 2018.

En conclusión, parece que lo importante es identificar las calles en donde transita el mayor porcentaje de la población con estos rangos de edad, en donde la teoría de los patrones delictivos puede ser de utilidad en la medida en que permite entender el movimiento de las personas en función de sus nodos, rutas y límites de actividad (Brantingham & Brantingham, 1993).

¿Cuáles son los momentos en que es más probable que ocurra un robo?

En contraste con la creencia común que la noche o la madrugada es el momento más peligroso del día, por la ausencia de luz natural, resulta ser que los robos en la calle o en el transporte público suelen ocurrir principalmente por la tarde, entre las 12:01 y las 18:00 horas (41.1%), en la noche el problema se concentra en un 35.7% y en las madrugadas solamente en 2.2% (Tabla 3).

Nuevamente, la teoría de las actividades rutinarias aporta elementos para explicar esta situación, pues los horarios vespertinos son los que se asocian con la actividad cotidiana de las personas como asistir a los centros escolares o las áreas de trabajo (Cohen, 1979). Es posible profundizar en lo anterior en función del sexo y edad de las víctimas: la ENVIPE muestra que las mujeres son más proclives a experimentar un robo en la calle o el transporte público por las tardes, mientras que los hombres lo son por las noches (Gráfica 7); por otro lado, las personas jóvenes, 18-28 de edad, tienen mayor probabilidad de sufrir este delito por las noches (Gráfica 8).

 

Gráfica 7. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

 

Gráfica 8. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

Por otra parte, en el año de 2018, la mayoría de los robos en la calle o el transporte público se cometieron en el mes de diciembre en un horario nocturno (gráfica 9). Esto puede explicarse por el periodo vacacional, la disponibilidad de dinero en efectivo o las festividades decembrinas, elementos que aumentan el flujo de personas; nuevamente la teoría de las actividades rutinarias parece encontrar fundamentos empíricos.

¿Cuáles son las características de la violencia en un robo?

De acuerdo con la ENVIPE 2018, el 81.75% de las personas que fueron víctima de un robo en la calle o el transporte público sufrieron daños económicos; la violencia física se presentó solamente en 1.6% de los casos mientras que la violencia emocional o psicológica se hizo presente en el 12.5% de los mismos; los datos de la ENVIPE contrastan con respecto a los del SESNSP, puesto que estos últimos señalan que la mayoría de los robos son cometidos con violencia física o emocional, que son las dimensiones que considera la tipificación penal.

El momento del día más violento en el marco del robo es entre las 12:01 y las 18:00 horas (Gráfica 10), situación que resulta lógica puesto que el horario vespertino también es el momento del día de mayor ocurrencia de los robos en la calle o el transporte público.

 

Gráfica 10. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

La ENVIPE permite observar ciertos matices en torno a la violencia que ocurre en los robos, si consideramos en la interacción de variables la edad de las víctimas o su sexo.

Por ejemplo, los daños económicos y la violencia física se concentran en las personas jóvenes, mientras que la violencia psicológica es más recurrente entre las personas adultas (Gráfica 11).

Gráfica 11. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

Gráfica 11. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

Por otro lado, los daños económicos y la violencia física son superiores en los hombres, mientras que las mujeres sufren más daños emocionales o psicológicos (Gráfica 12).

Gráfica 12. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

Gráfica 12. Fuente: elaboración propia con base en datos de la ENVIPE, 2018.

¿Cuáles son los objetos más robados?

Finalmente, las víctimas de los robos en la calle o el transporte público señalaron que el objeto más robado fue el dinero, las tarjetas de crédito y los cheques (67.6%), seguidos de los teléfonos celulares (54.4%) y, en tercer puesto, las identificaciones y documentos (12%). Considerando estos datos, parece que poco se puede hacer desde la política pública para evitar el robo de dinero en efectivo, tarjetas de crédito, cheques o la sustracción de identificaciones o documentos, en tanto que son elementos que cotidianamente transportan las personas; se puede hacer alusión al diseño de campañas para que las personas eviten transportar grandes cantidades de dinero para disminuir los riesgo de pérdida o que conozcan los número de sus instituciones bancarias para cancelar inmediatamente las tarjetas robadas.

En donde parece que existe mayor posibilidad de intervención gubernamental es con respecto al robo de celulares; la teoría de las subculturas delictivas (Cloward & Olhin, 1955) señala que el delito es posible porque existe un respaldo de la comunidad hacia el mismo que se puede observar, por ejemplo, en la existencia de mercados informales en donde las personas acuden para comprar objetos de segunda mano, sin cuestionar o importar su procedencia. En este orden de ideas, lo más apropiado sería intervenir sobre la venta informal de celulares para desincentivar su robo y sensibilizar a la población sobre el origen de los mismos.

Conclusiones del análisis cuantitativo

La descripción anterior permite concluir, en término generales, que las personas jóvenes, entre 18 y 25 años de edad, tienen más probabilidades de sufrir un robo en la calle o el transporte público, muy posiblemente dicho robo ocurrirá entre las 12:01 y las 18 horas, las probabilidades de victimización aumentarán durante el mes de diciembre, posiblemente el robo se cometa ejerciendo violencia emocional y es prácticamente un hecho que las víctimas serán despojadas de su dinero y teléfono celular; lo más probable es que el victimario sea un joven entre 18 y 25 años de edad de sexo masculino.

En términos particulares, existen variaciones en la conclusión anterior cuando se considera el sexo o la edad de las víctimas, principalmente con respecto al horario de victimización y los daños que pueden sufrir; por ejemplo, es más probable que los hombres sufran violencia física y las mujeres violencia emocional, mientras que las mujeres es más probable que sean víctimas del robo durante la tarde y los hombres por las noches.

Lo anterior sugiere que para reducir el robo a transeúnte con violencia es fundamental intervenir considerando tres elementos: los victimarios, el móvil del robo y factores situaciones asociados con las actividades cotidianas de las víctimas. Una política pública para la reducción del robo en la CDMX tiene que intervenir, principalmente, sobre las condiciones sociales, culturales o económicas que conducen a los hombres jóvenes hacia el delito, así como interrumpir el ciclo económico que incentiva la compra de celulares robados en el mercado negro y también debe reducir las oportunidades delictivas en torno de los nodos y las rutas, especialmente por las tardes, que las personas jóvenes utilizan para desarrollar sus actividades delictivas.

Es importante puntualizar que este análisis es exploratorio; es necesario continuar profundizando sobre las características de los delitos más frecuentes, para lo cual sería importante que el INEGI desarrollará encuestas de victimización específicas para estos delitos o que la estadística del SESNSP recogiera más datos que la simple ocurrencia; también es necesario descender en la escala territorial puesto que es bien sabido que la dinámica de la delincuencia se encuentra asociada con elementos sumamente locales y también sería conveniente incorporar una perspectiva longitudinal para identificar patrones delictivos; incluir estos elementos puede facilitar la explicación del fenómeno en donde parece, de acuerdo con nuestro trabajo, que la teoría de las actividades rutinarias puede contribuir de manera importante.

Fuentes de consulta

Brantingham, P. y Brantingham P. (1993), Nodes, paths and edges: considerations on the complexity of crime and the physical environment, Journal of Environmental Psychology, 13, 3-28

Ciudad de México: ciudad de la innovación y la esperanza (2018-2022)

Cloward, R. y Olhin, L. (1960), Delinquency and opportunity. A theory of delinquent gangs, New York, Free Press.

Cohen, L. y Marcus, F. (1979), Social Change and Crime Rate Trends: a routine activity approach, American Sociological Review, 44, pp. 588-608.

Ekblom, P. (2005), Designing products against crime, Collumptom, William Publishing.

INEGI (2018), Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, México, INEGI. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/envipe/2018/

Estrategia para una Ciudad de México Segura y en Paz (2018-2024)

Jasso, L. (2014), Delito y percepción de inseguridad en el espacio público. Análisis espacial de cuatro escenarios urbanos de la Ciudad de México, coloquio internacional de geocrítica.

Moliné, C. (2014), Teorías criminológicas. Explicación y prevención de la delincuencia, México, BOSCH-INACIPE.

Plan Nacional de Desarrollo (2019-2022);

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SESNSP (2018), Incidencia delictiva del fuero común. Registros nacionales, estatales y municipales 1997-2018. Disponible en: http://secretariadoejecutivo.gob.mx/incidencia-delictiva/incidencia-delictiva-fuero-comun.php

SESNSP (2018). Incidencia delictiva del fuero federal 2011-2018. Disponible en: http://secretariadoejecutivo.gob.mx/incidencia-delictiva/incidencia-delictiva-fuero-federal.php

Selmini, R. (2009), La prevención: estrategias, modelos y definiciones en el contexto europeo, Revista Latinoamericana de seguridad ciudadana, 6, pp. 41-57.

Vázquez, P. (2018), “Repensar la prevención de la violencia y la delincuencia en México”, Nexos, disponible en línea: https://seguridad.nexos.com.mx/?p=757

Vilalta, C. (2011), El robo de vehículos en la ciudad de México, Patrones espaciales y series de tiempo, Gestión y Política Pública, Vol. XX,1. pp. 97-139.

Last modified: junio 16, 2020