Tan guapa

Tan guapa y…

Ainhoa Suárez Gómez

Hace poco estaba en un bar tomándome una copa con mi amiga Andrea. Las dos estábamos muy emocionadas porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos y teníamos muchas cosas que platicar. En algún punto Andrea se levantó al baño y yo me quedé sentada en nuestro lugar en la barra. Mientras esperaba se acercó un hombre.

 

— Me llamo Guillermo. Mucho gusto.

 

— ¿Qué tal, soy Laura? —le respondí.

 

— Vi que tu amiga fue al baño y quería ver si las podía acompañar un rato. ¿Qué estás bebiendo? — me preguntó.

 

— En realidad mi amiga y yo vinimos solas, gracias.

 

— Sí, por eso. Déjame acompañarlas. Además tu amiga, igual que tú, está muy guapa — él insistió.

 

Andrea regresó del baño y se presentó. Le pidió a Guillermo que si por favor la dejaba sentar en su silla. Él se movió pero jaló otra silla que estaba libre para unirse a nuestra conversación.

 

— Guillermo, disculpa, mi amiga y yo vinimos por un trago a pasar tiempo nosotras juntas. ¿Nos dejas solas? —le dijo Andrea bastante tajante.

 

— No seas así, no te hagas la difícil. Además, eres una chava súper guapa —le respondió él.

 

— Estoy con mi amiga y, sin ánimos de ofender, queremos platicar ella y yo. Además, no me interesa ligar con hombres, soy lesbiana.

 

A Guillermo le cambió la cara en un segundo. Andrea y yo fingimos ignorarlo. Él, sin embargo, se negaba a entender que no lo estábamos invitando a nuestra conversación.

 

— Tan guapa y “lencha”— nos dijo.

 

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Andrea perdió el hilo de lo que me estaba diciendo. Francamente enojada, respiró hondo y le contestó con calma a pesar delo grave de la situación.

 

—Mira Guillermo, en primer lugar, a las mujeres que nos gustan las mujeres se nos dice lesbianas. No “lenchas”. Ése es un insulto. Y en segundo lugar, tú no tienes derecho alguno para opinar sobre mi identidad sexual, así que te pido de la manera más atenta que por favor te vayas. Si no tendremos que llamar a seguridad.

 

—Tranquila, tranquila. Ya me voy. Yo sólo quería ligar — dijo él a modo de despido.

 

Después del incómodo intercambio, Andrea y yo pudimos retomar nuestra conversación y ponernos al corriente después de mucho tiempo. Aunque nuestra noche no tuvo ningún otro altercado, es importante recordar que en México, muchas mujeres homosexuales viven procesos de discriminación. Algunos son pequeños, como el que me tocó atestiguar a mí, cuando el hombre la llamó lencha, pero otros son francamente violentos. Es importante identificar, visibilizar y denunciar este tipo de actitudes para promover un marco de inclusión y respeto en el que todas las personas tengamos los mismos derechos y libertades.