No me molesten, tengo que trabajar

Estar trabajando desde casa, hacer mis tareas del hogar y cuidar junto con Marcela -mi esposa- a nuestros hijos, me comenzó a provocar un estrés que poco a poco dejé de controlar.

 

Prácticamente, todos los días se me juntaba demasiado trabajo, y tenía que estar pegado a la computadora muchas más horas de lo que marcaba el horario laboral, además de que los niños querían que jugara con ellos, y nunca faltaba alguna cosa en la que mi esposa me pedía que la ayudara.

 

Esta situación era cada vez más difícil, pues por la carga tan intensa de trabajo, cuando mis hijos y mi esposa me decían algo, lo que fuera, yo comenzaba a responderles de manera golpeada, e incluso en ocasiones llegué a decirles que no me molestaran, de muy mala forma.

 

Este tipo de reacciones provocaron que poco a poco mis hijos y mi esposa empezaran a ser más distantes conmigo. Había día en los que ni siquiera nos dábamos los buenos días y sentarnos a comer juntos en la mesa se volvió algo extraordinario.

 

Al darme cuenta de que mi familia se alejaba cada vez más de mí, decidí hacer algo al respecto con el manejo de mi estrés y la carga de trabajo, pues no creía cómo era posible que ahora que estábamos todos juntos en casa, nuestra relación fuera distante.

 

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Acudí con un especialista que me recomendó empezar a ejercitarme, ya que mi cuerpo necesitaba liberar el estrés y la carga de energía que este me provocaba. Además, me sugirió respetar los horarios que debía destinar a mis actividades laborales, así como los que destinaría para hacer mis actividades de la casa, y pasar momentos agradables con mi esposa y con mis hijos.

 

Poco a poco este cambio ha empezado a tener buenos resultados. Mi familia y yo hemos recuperado poco a poco nuestra convivencia como antes. Incluso, hemos empezado a platicar sobre qué actividades recreativas podemos llevar a cabo juntos, cumpliendo con las medidas de la nueva normalidad, y aunque a veces existe un poco de temor de que les llegue a contestar mal, eso no ha pasado porque sigo las indicaciones del terapeuta y, sobre todo, tengo autocontrol porque no quiero lastimar a mi familia.