Ni un pelo de tonta

Margarita Lignan Camarena

«¿De qué está hecho este vacío que siento entre mi estómago y el pecho?, a veces creo que es hambre, pero no se me quita, aunque me la pase come y come; nomás engordo.»

 

— ¡Óyeme tú Alan, ¿dónde está el dinero que dejé aquí guardado?!

 

— ¿Cuál dinero mamá?, no sé de qué me hablas.

 

— ¡Cómo no vas a saber, segurito fuiste tú el que lo tomaste, ¿quién más?, estaba aquí en este cajón, en este sobrecito que siempre tengo para mis apartados.

 

— Pues no sé, ya te digo, yo ni siquiera sabía de tu sobrecito dichoso.

 

— ¿Y tú crees que yo “me chupo el dedo” ?, toda la vida andas con tus amigotes vagos, seguro se van a tomar sus “chelitas”… y además con mi dinero ¿no?

 

— ¡Ay mamá!, ya deja de levantar falsos, nos vamos a hacer ejercicio al parque; no soy un ladrón, es muy injusto que me acuses sin saber.

 

«Fregado muchacho, cómo me contesta…Lo bueno es que encontré mi dinero, me he de haber atarantado y ni me fijé que lo guardé en el otro cajón…Pero bueno, sirvió de que Alan sepa que no me gustan sus amigos y que siempre ando “echando ojo”.»

 

— A ver Marisela, ¿a dónde vas con esa faldita así tan zancona?, ¿ya vas de buscona con el Javier?

 

— ¡Má!, ¿cómo dices eso?, ¿de dónde te sacas esas cosas? Javier es mi novio ya desde hace 6 meses, te lo dije.

 

— Sí, bueno; pero mira chiquita “entre gitanas no nos leemos las manos” y las dos perfecto sabemos cómo “engatusar” a un hombre, “si no nací ayer”.

 

— Cada cosa que dices, de veras ya no sé ni qué responderte má.

 

— “De tonta no tengo un pelo” mijita, has de andar buscando quedar embarazada para asegurártelo.

 

— ¡Bueno mamá!, ¿cómo te atreves a decirme esas cosas?, ¡eres súper ofensiva, me lastimas!

 

«Pos es que sí le tengo que decir, ni modo que no le diga. Cochina Marisela, qué tal que sale de encargo y yo acabo cuidándole al chamaco; no señor, yo ya cuidé a mis hijos, conozco mis derechos, nomás faltaba que ande en la misma faena otra vez… Y el Alan que no me habla… Nomás me llenan de mortificaciones estos hijos que tengo ¡Caray!»

 

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— Quíubo Ray, mira nomás qué hora es, cada vez llegas más tarde del trabajo.

 

— Lo sé mujer, pues es que como te comenté, tengo nuevas responsabilidades y…

 

— ¡Ja, ja, ja! ¿Cuáles nuevas responsabilidades vas a tener tú?, si yo creo que ya te quedaste de “godín promedio” para siempre en esa empresa ¿o no?

 

— ¿No te acuerdas que te comenté?, me ascendieron a supervisor y empecé en el nuevo puesto esta semana.

 

— ¿A poco sí era cierto?, pensé que era broma… Bueno, ¿y si te van a pagar más o nomás te dejaste “negrear” como siempre?

 

— A ver Verito, te conté con detalle todo y también te dije que me subirían el sueldo un 20 por ciento.

 

— ¡Úchalas!, con esa miseria voy a seguir en las mismas; desde cuándo que te dije que quiero cambiar la sala, ya me da vergüenza que venga mi hermana. A ella su marido sí la tiene muy bien, le compra de todo, la lleva de viaje y ve tú cómo me tienes, causando lástima nomás. Bien me dijo mi mamá que no se te veía pinta de exitoso; pero yo de “burra” que no hice caso.

 

«Me choca no poder dormir y que me duela la cabeza todo el día, ha de ser por el pendiente de que Marisela lleva una semana en casa de su prima, chance se sintió por lo que le dije; pero la tengo que cuidar, sino quién… Alan sigue con su carota, y Ray, se la pasa hasta la noche en la oficina; yo me aburro y me siento sola, pero para nada les importa, nomás se quejan de mí; si yo solo les doy consejos y les digo la verdad, tampoco va a resultar que no puedo decir lo que pienso.»

En los sutras del Canon Pali se encuentran algunas sugerencias para el “habla correcta o ética”.

 

1. Que tu palabra sea verídica y basada en hechos.

 

2. Que tu palabra ayude y beneficie a los demás.

 

3. Exprésate con amabilidad y buena voluntad.

 

4. Que tus palabras sólo sean dichas en el momento oportuno.

 

5. Que tu mensaje sea claro.